
José Peseiro debe ser el técnico que más ha ido por la calle del medio en tiempo reciente. Estamos acostumbrados a declaraciones que respetan códigos que nadie ha visto escritos, que son punticas a fulano o sutano o que simplemente se dan para quedar bien con todos.
En una entrevista con el rightholder de los juegos de Eliminatoria, TLT, soltó frases directas como “Rafael Dudamel hizo un buen trabajo como seleccionador, pero en 14 partidos de Eliminatorias y cuatro de Copa América, ganó tres. No es suficiente”. Vaya bomba.
Más allá del “son datos y hay que darlos”, hubo algo que me llamó la atención en esa entrevista. Las ganas. La alegría de jugar, la motivación, la garra o el empuje.
Peseiro lo dijo: no todos tenían las mismas ganas. O había un desgano general. Evidentemente, se responsabilizó del caso diciendo que cualquiera se desmotiva al no tener un sistema que funcione. Y es cierto: al ver que la máquina no caminaba, ante Colombia o Paraguay, a todos se nos fueron los ánimos.
Desde Richard Páez, recordamos profesionales de la psicología / motivación. Fue muy famoso Carlos Saúl Rodríguez, un tipo que ayudó a cambiar el chip de Cenicienta a jugador competitivo. Hoy es un famoso publicador de best-sellers. También el paso de Manuel Llorens, con César Farías, en un momento en el que el venezolano sabía que competía, pero que debía alcanzar logros adicionales. Y recientemente, el coach motivacional Jeremías Álvarez, al cual, los jugadores solicitaban mucho.
Por los momentos, Peseiro parece creer que con su propio verbo basta para encender el fuego. O le han dicho que no hay dinero para un profesional de la mente.
Las ganas. No tener ganas, es para los psicólogos, apatía. Y eso, según los profesionales, es un estado de pérdida parcial o total de interés y motivación en el que la persona termina por ser incapaz de actuar de manera espontánea y con iniciativa. Este estado suele llevar de la mano no solo falta de motivación sino una disminución de la capacidad de concentración y atención con una pérdida de capacidad para tomar decisiones y razonar de manera objetiva.
Peseiro, claro y directo, casi cortante (con un suegro portugués que tuve hace tiempo, sin ánimos de estereotipar) dijo eso. Y, en lo visible del icerberg, está un funcionamiento táctico que desgraciadamente no funcionó.
El contraste de lo que hacen los chicos con sus clubes, son recibidos con cuchillos en las redes sociales. “¿Por qué allá sí y aquí no?” se preguntan los furibundos fanáticos a los cuales, por cierto, Peseiro les dedicó unos cuantos minutos de su discurso.
Yo, particularmente, no creo que estén desganados los muchachos (soné a abuelita criolla). Los he oído en entrevistas, he conversado con varios y el sentimiento de estar con la Vinotinto y de ganar con ella existe. Es real.
Pero hay un tema que golpea fuerte, que es la realidad. Hace rato los jugadores tienen una disputa en varios temas con la FVF (viáticos, premios, comodidades) y que la Junta Interventora, que asegura tener arcas vacías, heredó.
Cómo salió Dudamel, cómo entró José Peseiro, la muerte de Berardinelli, la intervención de la FVF… Tantas cosas que pasan en lo interno. En la anterior doble fecha todas las peripecias que hicieron para llegar. Y cuando en la cancha se intenta plasmar la idea del técnico, no funciona, es obvio que inconscientemente todas las cosas se junten. Aparte, de que la película “no vamos de nuevo al Mundial”, cuando se juntan dos derrotas, aparece.
Y aun así, a más de uno se le ve dando guerra hasta el final.
No soy experto en psicología, pero la motivación nace cuando tiene efecto una instrucción. Creo, que cuando la Vinotinto haga “clic”, cuando funcione el sistema defensivo y el ataque meta los goles volverá la sonrisa y las ganas de comerse al mundo. Y claro, avalado por resultados, es más fácil caminar.
Cuando La Vinotinto ganó sus dos amistosos en Caracas, percibí un ambiente muy positivo, muy elevado. A pesar de que la selección estuvo rodeada de fuertes polémicas. Eso se cortó y en la nueva reunión entre todos los jugadores, contando las vicisitudes ocurridas, fue evidentemente distinto.
Con varios días de trabajo en Brasil y otros tantos que vendrán en Caracas, se avizora un ambiente más tranquilo. Si José Peseiro acierta, hace engranar la máquina y aparecen los resultados (en el funcionamiento y marcador) vuelven las ganas, es más, vendrán aumentadas. El deseo de que triunfe la selección es genuino. Pero, hay que mantener esa llama encendida.