
“Los juegos tienen una lógica interna a la cual nadie atiende”. Juan Manuel Lillo
La existencia del reglamento del fútbol es un hecho cierto e indiscutible. Todo aquel que se acerca a este deporte sabe de su existencia. No obstante, hay en él una norma que deja en evidencia el desconocimiento por parte de una inmensa mayoría (jugadores, entrenadores, dirigentes y público) de ese cuerpo de regla así como del espíritu de este juego: la ley del fuera de juego.
Cualquiera que se acerque a este deporte sabe que los jugadores de campo no pueden manipular la pelota con sus manos salvo en los saques de banda; reconoce también que vence aquel equipo que convierte un gol más, sólo por citar dos ejemplos. No obstante, la ley del fuera de juego posee una importancia que pocas veces se debate: es la que dota de sentido estratégico al fútbol.
La regla 11 dice que un futbolista está en posición fuera de juego cuando “se encuentra más cerca de la línea de meta contraria que el balón y el penúltimo adversario”.
Poniendo atención en el espíritu de esta norma, hay una serie de aspectos que se desprenden de ella y que vale la pena resaltar.
El primero de ellos es el más evidente: el fuera de juego es una herramienta de carácter defensivo. Su correcta implementación tiene como objetivo la reducción del campo útil al equipo que posee el balón. La organización de los defensores, basándose en una línea imaginaria, limita el espacio y lleva al rival a apresurarse en la construcción ofensiva. Se parte de esa colocación para realizar lo que algunos llaman “defender hacia adelante” o “el achique”.
Ese defender hacia adelante dota a la regla de un espíritu ofensivo también.
La restricción del espacio, así como la sensación de urgencia que esto despierta en el equipo poseedor de la pelota ayuda a la recuperación de la misma. Una vez reconquistado el balón, comienza el avance hacia el arco rival. Algunos lo promueven a través de las asociaciones en corto y otros con pases largos; poco importa el estilo, ya que lo relevante es el lograr el progreso hacia la meta rival.
Esta regla desmitifica los conceptos de ataque y defensa como hechos separados o aislados; demuestra que ambos forman parte del “jugar” ya que no se puede disociar las conductas antes mencionadas.
Como se puede concluir tras revisar los dos primeros puntos, la regla del fuera de juego, siempre que se sepa emplear, condiciona la estrategia (plan de partido) y la táctica (las acciones que ejecutan los jugadores durante el partido) de ambos equipos; hay uno que la ejecuta y otro que intenta burlarla.
Existe un tercer elemento, cuya relevancia es aún mayor: la regla del fuera de juego tiene el poder de modificar las dimensiones del terreno de juego.
Según la regla 1, los campos deben cumplir con las siguientes medidas: Longitud (línea de banda): mínimo 90m y máximo 120m; anchura (línea de meta): mínimo 45m, máximo 90m. Ahora bien, si se pone el foco en el efecto que causa la aplicación del fuera de juego es sencillo darse cuenta que la longitud del terreno se puede ver seriamente reducida, mientras que la amplitud siempre será la misma.
La comprensión de este hecho ayuda a entender el objetivo de defender hacia adelante o de achicar: reducir el espacio útil al oponente. Achicar espacios es una conducta que va acompañada de un pressing que acelere la toma de decisiones del rival y aumenten las probabilidades de recuperar el balón, así como de lograr que el equipo rival caiga en “offside”. Arrigo Sacchi, histórico entrenador italiano y una de las leyendas de su oficio, afirmaba que esa acción de presionar al oponente bien podía resumirse bajo el concepto de “atacar el ataque del rival”.
Dos de los grandes equipos que supieron sacar provecho de esa regla fueron el Milan del propio Sacchi y el FC Barcelona de Pep Guardiola. Cada uno a su manera, es decir, ejecutando esta variante en distintas zonas del terreno de juego. Ni qué decir de la selección argentina campeona del Mundial 1978, cuyo entrenador, César Luis Menotti, popularizó el concepto del achique como herramienta para desactivar los avances contrarios, recuperar la pelota e iniciar el recorrido hacia la portería rival.
Vale la pena aclarar que en la historia de este deporte hay un sinfín de grandes equipos que han conquistado la gloria sin hacer uso de esta herramienta. Sin embargo, también es de hacer notar el valor de esta regla y su influencia en el desarrollo de los partidos.
En muchas de sus comparecencias públicas, el entrenador español Juan Manuel Lillo ha afirmado que no existe un mejor libro de táctica y estrategia que el reglamento, ya que este sugiere cómo debe jugarse a este deporte. En él no hay mención a las posiciones -salvo por el rol del portero- y sí un recordatorio de que una adecuada disposición de la pelota y la comprensión de los espacios son los elementos fundamentales para intentar superar al oponente.
El fuera de juego es una invitación a comprender adecuadamente el valor de los espacios y de la conducción de la pelota. Siempre con el único objetivo de superar a los rivales.