
Difícil recordar cuándo fue la última vez que un equipo venezolano fue tan superior que uno brasileño. Más allá de si Santos viajó a San Cristóbal para enfrentar al Deportivo Táchira con un equipo B o C, son brasileños y las diferencias siempre serán marcadas porque un solo jugador de la reserva santista puede costar la mitad de la plantilla aurinegra.
En la previa se respiraba optimismo. Más allá del 3-0 incontestable de Monagas como última presentación de los de Álex Pallarés, que Santos estuviera lejos de lo que su estampa merece permitía que todos creyéramos que un buen resultado se podía sacar. Cuando se anunció la cantidad de bajas con las que venían los paulistas, pues más.
Y otra cosa: estaba Maurice Cova. El mediocampista de Santa Ana cada vez se hace más fundamental en Táchira. Eso es bueno y es malo porque cuando está, asume todos los galones para tirar del carro hacia arriba, pero cuando no está, su ausencia se siente, el equipo cojea, claudica.
En la noche lluviosa de un desolado Pueblo Nuevo (miles de razones arguye el sancristobalense para justificar que no va), el técnico español dio con una fórmula muy acertada: con Garcés y Flores en la mitad de la cancha, librar a Cova de excesivas responsabilidades de marca fue la jugada maestra. Como 10 auténtico, como enganche, Cova despliega el tarro de las esencias de su fútbol. Desde ahí, comandó unos sesenta primeros minutos atigrados realmente brillantes.
🏆🤩 ¡Para ver otra vez! El Peixe no se dio por vencido y consiguió el empate sobre el final del partido.
⏭️⚽️@SantosFC y @DvoTachira definirán la llave de octavos de final de la CONMEBOL #Sudamericana la semana próxima.#LaGranConquista pic.twitter.com/a9S5jQQsoX
— CONMEBOL Sudamericana (@Sudamericana) June 30, 2022
Pero (nunca falta el condenado “pero”, decía Perucho Conde) Táchira no supo aprovechar su superioridad total. Marrufo tuvo una clara de cabeza y Uribe dos también. El equipo llegaba, encontraba espacios, controlaba al rival en la mitad del campo y lo alejó de su arco. Todo funcionó a la perfección por una hora, pero el hecho de que el 1-0 haya sido un gol en contra, es una forma demostrativa de que el equipo arrinconó al rival pero no era capaz de meterla. Entonces, que se lo hagan ellos mismos.
Ya luego del sesenta, la dupla fundamental Cova – Uribe comenzó a desgastarse y el equipo se resintió. Robert Hernández estuvo la mayor parte del encuentro con una velocidad arriba de lo normal y la ansiedad le pesó. Chacón no tuvo su mejor presentación individual y cuando ya no estuvieron ni Cova ni Uribe, entonces Táchira entregó la pelota a un contrario que no hizo ningún mérito para igualar el partido. Fue más demérito del aurinegro que por capacidades de Santos.
Táchira fue el reflejo de nuestro fútbol: cuando tuvo todos los condicionantes favorables para ganar y sacar una ventaja considerable, se lleva un 1-1 a Vila Belmiro que es frustrante. ¿Cómo se explica? Esa maldita jerarquía que tanto nos falta. Y no quiero individualizarlo, es un todo, forma parte del colectivo, de los temores, del conformismo. A veces pienso que nunca se arriesga lo suficiente como para entender que a partir de los riesgos, el éxito es más cercano.
Parece una derrota. Para mí, la es. Otra vez debemos aspirar a la hazaña para cambiar el destino. Sueño con la hazaña.
[…] En Vila Belmiro, Anthony Uribe y Marcos Leonardo anotaron los goles en el tiempo reglamentario, llegando a los penales ya que la ida finalizó 1-1 en Pueblo Nuevo. […]