
Cuando las decisiones de una empresa o institución se toman primero pensando en la salud de la gente, más que en el bienestar económico, nada puede ser criticable. Cuando ambas aristas se juntan o se usan como excusa para solaparse, todo es condenable.
Por encima de los ya conocidos problemas federativos, de los cuales aún esperamos resolución de papá FIFA, la discusión del momento en el fútbol venezolano va sobre cómo disputar el campeonato y si jugar o no.
Como es entendible, de la enorme crisis financiera del país el deporte también es parte y, aunque el fútbol venezolano no tenga claridad justificando su economía, también sufre, sobre todo la parte más fina del hilo: jugadores, cuerpo técnico y personal de oficina.
Entonces, apoyándose en la crisis sanitaria, algunos equipos (me niego a llamar clubes a la gran mayoría de los del fútbol venezolano) empiezan a rechazar su participación en el próximo torneo. Casualmente, estos mismos equipos están sumidos en deudas o tienen problemas organizativos que les impiden cumplir con sus empleados y mucho menos asumir las responsabilidades de una competición.
Si bien es cierto, la propia FVF dejó un paréntesis abierto a la participación y eso exonera de obligaciones a cualquiera de los involucrados. Además, el COVID-19 sigue devastando la salud de los venezolanos, por lo que suena lógico mantener una posición cauta ante el hecho de trasladarse por el país y jugar un campeonato a la fuerza.
En general, la pandemia está atacando a toda Latinoamérica y la sensatez está siendo mínima cuando los protocolos de higiene no se cumplen correctamente y así muchos clubes presentan focos colectivos de la enfermedad.
Cierto que el fútbol se está jugando en casi todas partes del mundo con la nueva “normalidad”, pero la capacidad de respuesta en materia sanitaria no es ni parecida en Europa, China o Estados Unidos que en Latinoamérica, por lo que los esfuerzos deben ser mayores.
El espectáculo debe continuar y como hay tanto dinero en torno, seguiremos viviendo y jugando, con el virus en medio y con la dicotomía de ser sensatos o interesados.