Chile como contrincante y las opciones de ir a un Mundial. No es esta una combinación agradable para el fútbol venezolano.
Si al rival usted lo recuerda de otra manera quizás haya una explicación: dos de los mayores festejos de la historia de la selección se produjeron alrededor de las camisetas rojas y esas alegres imágenes pueden entrometerse.
Es inolvidable el primer triunfo como visitante en unas eliminatorias, aquel 2-0 en Santiago con goles de Ricardo David Páez y Juan Arango, la segunda de esas cuatro victorias corridas que dieron pie al boom vinotinto en la recta final del camino a Corea-Japón 2002. Y aún más importante, por supuesto, fue el 2-1 que permitió la clasificación a las semifinales de la Copa América Argentina 2011, con tantos de Oswaldo Vizcarrondo y Gabriel Cichero en San Juan.
No obstante, si su memoria almacena también imágenes de Javier Margas, Mauricio Pinilla, Humberto Suazo o Matías Fernández entonces comprenderá mejor la negativa asociación que hasta ahora existe.
Aquel gol de Margas para empatar 1-1 sobre la hora en Barinas en 1996 es realmente una anécdota. Su relevancia tiene más que ver con el hecho de producirse en una época de escasas alegrías para la selección, pues ese día parecía que la Vinotinto se encaminaba a disfrutar de una de ellas. Pero, curiosamente, esa igualdad iniciaría una tendencia de tardíos goles chilenos que se prolongaría por muchos años.
Un rival durísimo para Venezuela
El dato clave y más preocupante es este: Venezuela, como local, nunca ha podido superar a Chile en premundiales. Y no se trata sólo de números, sino de oportunismo. Este es un rival que se ha encargado de frustrar a la Vinotinto en momentos cruciales de la lucha por un cupo.
Con el antiguo formato de calendario en Suramérica, el cual se repetía sin cesar, Chile ocupaba siempre el sexto turno. En la segunda vuelta, esto significaba que cualquier aspiración de ir al Mundial pasaba a prueba por el estadio Nacional. Con Paraguay, los chilenos crearon una dupla de terror: buena parte de los sueños se empezaban a desvanecer en Santiago para terminar de morir en suelo patrio contra los guaraníes. Así sucedió en las derrotas de 2005 (2-1) y 2013 (3-0), y en menor medida con el empate 2-2 en 2009.
Como local fue peor: la Vinotinto siempre terminó lamentando esos tres puntos desperdiciados en la primera vuelta. En 2004, el equipo llegaba con una seguidilla de tres triunfos ante Colombia, Bolivia y Uruguay (aquel memorable 3-0 en el Centenario), pero en San Cristóbal nada salió bien: la lluvia complicó el estado del terreno, no se aprovecharon varias ocasiones de gol y el dominio venezolano no se tradujo en festejos sino en una mayor decepción cuando Mauricio Pinilla anotó el único gol del partido al minuto 83.
En Puerto La Cruz en 2008, fue Humberto Suazo quien apareció al 92 para sentenciar la victoria 3-2 de los visitantes, cuando Venezuela venía de sumar siete puntos en las primeras cinco fechas. En 2012, de nuevo en esa sede y con ocho puntos en la cuenta de un premundial sin Brasil, la selección se encontraría con una amargura conocida. En aquel partido, los verdugos fueron Matías Fernández y Charles Aránguiz, en los minutos 85 y 91, para el 2-0 visitante.
Aunque el orden de partidos cambió para Rusia 2018, Chile volvió a ser el rival de la sexta jornada, también en casa, en la primera vuelta. La situación ya no era tan favorable: luego de tres eliminatorias seguidas con buenos arranques e ilusiones de clasificación, la Vinotinto se presentó en Barinas con apenas un punto en cinco fechas. La goleada 4-1 perpetuó la cruel costumbre chilena de vencer a domicilio y adelantó el ominoso aviso de una cercana eliminación, algo que solía reservarse el enemigo para la segunda vuelta en Santiago.
Este martes, Venezuela llega más temprano a la cita y en peores circunstancias, pues no ha sumado goles ni puntos en tres partidos disputados. En Caracas, la selección tendrá la obligación de cortar esta nefasta tendencia y despertar alguna esperanza para lo que resta del camino a Catar.
