jueves, abril 25, 2024
Análisis de la VinotintoLa Vinotinto

Jugar con los espacios

Venezuela derrotó 2-1 a Chile en la fecha 4 de las Eliminatorias a Qatar 2022.
Venezuela derrotó 2-1 a Chile en la fecha 4 de las Eliminatorias a Qatar 2022.
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«El reglamento también dice que los campos son más anchos que largos. Porque hay una regla que dice que el espacio en profundidad se puede regular hasta la mitad del campo. Esa distancia es modificable a través de una regla. La que no se puede modificar es el ancho. (…) Hay más cosas que el reglamento te obliga a hacer, pero otra cosa es que tú no lo quieras hacer y conviertas en dictadura lo que tú entiendes que va a aumentar tus posibilidades. Las posibilidades no aumentan, son las mismas. Lo que puede aumentar o decrecer es la probabilidad».

Juan Manuel Lillo, lúcido como pocos para despellejar detalles de una actividad tan compleja como la futbolística, no escatima esfuerzos en darle relevancia al estudio de un elemento tan básico como el reglamento. La lógica interna del juego se encuentra enredada en estas escrituras. En relación con Venezuela y su participación en esta doble jornada de Eliminatorias, las conclusiones diluidas desde el análisis señalan un colectivo que permaneció atado a una posibilidad contra Brasil, mientras que ante Chile se optimizó la búsqueda al elevar las probabilidades de herir al contrario con una Selección dispuesta territorialmente a una altura algo más separada del arco de Faríñez.

José Peseiro
José Peseiro.

La altura a la que se disponen colectivamente los equipos al momento de no contar con el balón es una declaración de intenciones: voy a obstaculizar tu juego desde el inicio porque lo que tú tienes, yo lo necesito (la pelota); o, por el contrario, permitiré tu iniciativa hasta atraerte a una zona del campo donde me convenga recuperar el balón.

Luego del traumático episodio en Barranquilla (derrota 3-0, sufriendo contraataques), José Peseiro ha decidido inclinar al combinado nacional a la segunda postura, más flexible que la primera por un sencillo motivo: a partir del posicionamiento, el equipo sin balón decide hasta qué altura del campo permitirá el avance cómodo (sin presión) del rival.

 

Fútbol-protección

En el Morumbí, las progresiones brasileñas hacia campo rival no tuvieron oposición colectiva alguna por parte de Venezuela. Brasil se instalaba en terreno venezolano con gran facilidad contando con la ventaja de una Selección preparada para retroceder y posicionarse en zonas bajas del campo, aspirando un error de circulación local. Los de Peseiro no trazaron un límite desde su ubicación en el césped para frenar el ascenso de la elaboración verdeamarelha.

Al sólo manejar movimientos hacia atrás ante las conducciones o pases brasileños, sobre todo por el costado derecho venezolano, donde Machís ejerció una labor casi de lateral (no podía saltar a la presión, debía mantener su ubicación o retroceder para cooperar con Rosales en la marca), Brasil no chocaba frente a una estructura plantada que le impidiera el paso.

El fácil acceso hacia estos espacios, sensibles para cualquier equipo, dejaba una densidad importante de jugadores venezolanos defendiendo muy cerca del área grande. Esa densidad de futbolistas en espacios tan estrechos, sumada a la tenue, imprecisa y poco creativa circulación de una Brasil alternativa, permitieron a Venezuela ser competitiva en la búsqueda del cero en el arco propio hasta el minuto 67. El análisis marca que esa fue la intención colectiva: buscar el cero y apelar a la suerte. Esta forma de plantear el partido garantizó que Venezuela defendiera gran parte del encuentro y encontrara escasas posibilidades de hacer daño al recuperar el balón. Fue fútbol-protección, más que una estrategia engañosa de atracción para devorar espacios en profundidad con ataques rápidos.

La preocupación de esta postura no pasaba por la protección de espacios en defensa, sino en la difícil tarea de generar contraataques a las espaldas de Brasil. Sin mecanismos colectivos para recuperar la pelota (Venezuela esperaba y retrocedía, pocas veces forzaba decisiones de los pasadores contrarios al ejercer presión como conjunto) y con un equipo tan estacionado atrás, cuando Brasil erraba un pase o Venezuela era capaz de recuperar, el arco de Ederson quedaba demasiado lejos para llegar a él con tres o cuatro pases.

Si se combina esta situación con el sacrificio de Machís, muy bajo en defensa, La Vinotinto contaba con muy pocas opciones de pase hacia delante al recuperar la pelota. Apenas un Rondón solitario y algún desprendimiento de Soteldo, más adelantado que Darwin en el reparto posicional. Sin esas líneas de pase, se impide la labor de fabricar situaciones donde se ganen espaldas, se desactive la presión tras pérdida del rival o se generen oportunidades de gol a partir de transiciones. El resultado fue la constante del duelo: recuperación inmediata del balón por parte de Brasil, Venezuela reorganizándose para defender.

https://vimeo.com/user127599592/review/481937297/b87c633198

 

Mejoría ante Chile

Esto pudo modificarse un poco ante la selección chilena porque la disposición territorial fue otra. No muy distinta, aunque más beneficiosa. En el Olímpico sí se buscó obstaculizar ciertos avances desde una altura más avanzada en el gramado. Cuando Chile salía jugando, Venezuela intentaba plantarse y no vender a tan bajo costo el arribo a su campo. La declaración de intenciones ya no era el fútbol-protección, sino invitar (engañar) al rival partiendo algo más adelante, imponiendo de mejor forma ciertos límites, para robar y llegar al arco contrario rápidamente.

La mejoría venezolana contra los australes también responde a la efectividad en esos primeros dos o tres pases tras recuperar la pelota, algo que falló en Brasil por la soledad vinotinto cerca de la línea del balón al instante del quite. Futbolistas como Yangel Herrera (el mejor en este apartado), Yordan Osorio, Darwin Machís, Jefferson Savarino y Alexander González, aportaron claridad en esos primeros pases de seguridad. Protegiendo la posesión ante la pérdida chilena, lograron activarse a los jugadores más adelantados del conjunto nacional para crear peligro.

A partir de esto se explican las diferentes situaciones de gol generadas en ataques rápidos: más líneas de pase cercanas a la zona de robo, extremos más adelantados para empezar los contragolpes (sólo observar la diferencia de altura de Savarino contra Chile con respecto a la de Machís en Brasil), y un mejor pie para oprimir el interruptor ofensivo al momento de hacerse con la pelota (de nuevo, Herrera el más destacado en este sentido).

Otro punto llamativo fue el ingreso de Rómulo Otero como interior derecho en el segundo tiempo. De sus botas y su vínculo con el juego recibiendo por dentro se desprendió oxígeno para la selección al momento de gestar en ataque. Las conexiones junto a Soteldo aportaron frescura a una Venezuela completamente atascada en el segundo tiempo. La presencia del jugador del Corinthians como interno brinda pase y una dinámica distinta a cuando está por la raya, más aislado y donde le cuesta ser determinante en la generación de juego, una de sus mejores virtudes como futbolista.

 

Juego de espacios

La victoria, positiva para cortar la mala racha y seguir abrazados al optimismo, también debe ser revisada tácticamente en ciertos aspectos, sucedidos tanto en São Paulo como en Caracas.

Un gran catedrático de este deporte como César Luis Menotti siempre apunta que todo pase dado hacia atrás por el rival es una nueva posibilidad de hacer metros hacia delante desde la defensa. Toda jugada tiene su propia naturaleza y siempre depende del contexto o la clase de situación la aplicación o no de este concepto, pero Venezuela necesita del achique de espacios como concepto general para apoyar aún más su propuesta reactiva sobre el adversario. Evitar atascos como los sucedidos en varios tramos de juego contra Chile o todo el partido contra Brasil es una de las posibilidades al manejar este concepto.

El retroceso como respuesta automática al avance contrario es aprobar la concesión de espacios. Por características individuales, La Vinotinto puede acercarse a la construcción de una identidad más audaz a partir del adelantamiento de la línea defensiva para minimizar espacios entre líneas y eliminar una mayor cantidad de espacio útil para el rival en su propio territorio. O, al menos, plantarse a determinada altura y no descender gradualmente a espacios más bajos sin necesitarlo.

Yangel Herrera
Yangel Herrera

Este concepto no es excluyente al juego de “transiciones”; por el contrario, lo beneficia. Enfrentar un equipo estrecho entre líneas y adelantado en el campo de juego permite que los arribos al área sean más complejos desde la circulación, los rivales cuenten con menos tiempo-espacio de decisión, y los atacantes propios deban realizar recorridos de menor extensión para asaltar el área rival en caso de recuperar el cuero.

Al estar juntos, con las líneas más cerca del arco rival, un robo de pelota puede significar tomar al adversario abierto, adelantado y en plena construcción de una jugada, escenario que favorecería las capacidades de los atacantes venezolanos, tal como se vio en el Olímpico de la UCV en momentos puntuales del partido, sobre todo en el primer tiempo.

La línea defensiva puede ser trabajada para realizar movimientos hacia adelante, de achique de espacios, para acortar esos espacios útiles del rival entre los defensores y centrocampistas vinotinto, zona en la que se han concedido ventajas en los últimos dos partidos y que puede aprovecharse como telaraña para anticipar rivales, forzar errores y recuperar el balón por la densidad de jugadores con los que cuenta José Peseiro en los pasillos centrales del campo al momento del repliegue. En eso se basa el achique: en imponer condiciones para obligar al rival a retroceder, a no avanzar hacia terreno propio. En tomar un pase atrás del rival como oportunidad para ascender. En aprovechar las posibilidades que otorga el reglamento.

Habituar a los defensores a ir hacia delante y dejar atrás a los delanteros del contrario, por más que estén posicionados sobre ellos, puede ser una tarea interesante de cara al futuro y que beneficiaría en gran medida el juego del seleccionado nacional. El estratega portugués puede estar pensando en esta posibilidad de cara a los próximos partidos, al mencionar en una reciente entrevista el concepto de balón cubierto / balón descubierto (con pelota y adversario marcados, achicar hacia delante; con pelota y adversario sin oposición, plantarse en campo para estar atentos al retroceso en caso de un balón a las espaldas). El tiempo dirá si Venezuela seguirá creciendo a partir de la incorporación conceptual a la idea.

 

Análisis de Geraldine Carrasquero y Gabriel González

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