
Opinar partiendo siempre desde el resultado, es algo muy ventajista, a mi modo de ver. Por eso, decir que Táchira está en crisis como consecuencia de los últimos resultados, me parece una sentencia por demás atrevida. Como cualquier institución, el aurinegro ha caído en un bache. Lo importante es saber y analizar si puede salir pronto de ahí.
Lo digo: Táchira batalló por la clasificación en la Copa Libertadores y una catástrofe, lo dejó fuera de carrera. El equipo mantenía en 2021 una racha descomunal de haber ganado todo lo que jugó como local. De alguna manera, el peor momento llegó justo cuando le tocó enfrentar a Rosario Central en Copa Sudamericana. Contra un rival de caché, pero sin rodaje, se esperaba algo más del aurinegro y fue contradictoriamente superado.

Luego, el empate ante Hermanos Colmenárez en casa, donde si bien se hizo un gran partido, no bastó para llevarse los tres puntos. Táchira que galopaba en el grupo occidental, hoy tiene a Portuguesa y Estudiantes respirándole la nuca en la tabla. Algo no está funcionando y considero que hay varios factores que se han agrupado para que esto pase.
El primer factor, es el momento individual de sus principales elementos. Los Lucas, Trejo y Gómez, fueron “rescatados” para ser la base sobre la que se armara un Táchira que invirtió en todos los sectores menos en el arco. Trejo y Gómez debían ser los líderes del vestuario y el campo, y no han terminado de convertirse en esos referentes que lideren a Táchira. Maurice Cova y Micheal Covea (que ya no está y es una baja extremadamente sensible), asumieron esa responsabilidad. Es decir, lo que debía ser, no lo es.
En la ventana que recién se abrió de mercado, Táchira trajo dos futbolistas tan necesarios como distintos a lo que hay. ¿Qué quiero decir con esto? No creo que nadie supiera que Covea se iba a ir cuando se fichó a Juan Colina. Si bien el ex Lara es un grandísimo volante central, no es ni cosa parecida a Covea, por lo que en teoría, el mediocampo creativo en adelante debería varias: ya no serán dos “calidosos” los recuperadores, sino el equipo deberá mutar a la común: un cinco que quite y un ocho que tenga libertades.
Sin embargo, merece mención aparte el bajo momento de Góndola. Llegó como la figura y así lo demostró sus primeros días de amarillo y negro, pero se ha ido desinflando tanto que hasta la titularidad perdió. Entonces hablamos que Tolisano los últimos partidos tuvo que batirse con Marlon Fernández como protagonista creativo cuando su rol claro en el equipo debía ser secundario.

Las lesiones y el bajo rendimiento han coincidido en un solo momento y eso tiene a los tachirenses angustiados. La situación es saber salir del hoyo cuanto antes y no correr peligros innecesarios y para eso, a mí consideración, debe atreverse Tolisano a darle un giro en el juego más que en nombres. ¿Cómo así? Si las circunstancias te obligan a variar en tu once inicial partido a partido y el juego parece estancado, se debe encontrar alguna variante inmediata para dejar de ser tan predecibles.
Y pasa porque Táchira se ha hecho ya reconocible y en su tránsito monótono le han dado ya los rivales con el click necesario para desactivarlo. Así fue Poruguesa, que sin aspavientos y con un fútbol muy práctico, pragmático y sencillo, le metió un 2-0 y lo dejó sin ideas durante los 90 minutos.
Para mí, no debe haber alarmas. Táchira se va a recuperar pronto de esto y se va a meter en el hexagonal, siempre y cuando su puesta en escena futbolística, cambie. Tiene intérpretes de mucha calidad para hacerlo. No será una prueba sino una readaptación.