
Este viernes comienza formalmente la era de José Néstor Pékerman con la Vinotinto. Venezuela recibe a Bolivia por la fecha 15 de las Eliminatorias a Qatar 2022, en el estadio Agustín Tovar, “La Carolina”, de Barinas.
El argentino llegó luego de la renuncia de José Peseiro por impagos, y un largo interinato de Leo González. Su objetivo es la clasificación al Mundial de 2026, con una generación, la mundialista sub 20 de 2017, mucho más consolidada.
Pero, a ciencia cierta, ¿es lo que debemos esperar? ¿Traer a Pékerman es una apuesta segura para ir a una Copa del Mundo?
Por su experiencia con Argentina (tricampeón juvenil, DT de la mayor en Alemania 2006) y Colombia (clasificado a los mundiales de 2014 y 2018, luego de casi una década sin ir a Copas del Mundo), ilusiona el contar con él.

No obstante, es justo reconocer: Pékerman no cuenta con jugadores de la jerarquía de los argentinos o los colombianos. Suena duro leerlo, pero la realidad es que nuestros futbolistas están remontando una cuesta de décadas respecto a otros países.
Cuando en los 60 Argentina y Colombia ya sumaban mundiales disputados, Venezuela apenas se estrenaba en una Copa América. Si en los 70 Argentina ya levantaba su primera copa, y Colombia fortalecía más su selección, Venezuela estaba fuera de torneos internacionales por temas extradeportivos. Si en los 80 y 90 la Albiceleste volvía a probar la gloria, si Colombia deslumbraba con su fútbol de toque, la Vinotinto apenas lograba triunfos muy esporádicos, sin repercusión mayor.
Es un tema de evolución lenta, mientras que los demás, con mayor rodaje, ya volaban.
Que la época de 2001-2013 fue la mejor para la Vinotinto, nadie lo duda. Consiguió resultados importantes, un crecimiento sostenido, se acercó al sueño de ir a un mundial de mayores. Se suman además los resultados en los equipos juveniles entre 2009 y 2017, con dos clasificaciones a mundiales sub 20 (incluyendo un subcampeonato) y una a un Mundial sub 17.
Faltó el pase al mundial de mayores, ansiado, necesario.
En esa etapa, los futbolistas venezolanos siguieron madurando. Ya no solo llegaban al exterior, sino que se establecían. Pero siguió siendo un puñado, nada más: un Juan Arango triunfando en un modesto club como Mallorca o el Borussia Mönchengladbach, un Tomás Rincón peleando en la Bundesliga y la Serie A, un Salomón Rondón como goleador en Rusia y pasando a la Premier League, Roberto Rosales con experiencia en torneos internacionales…
Actualmente, aunque la calidad haya aumentado, aún falta ver venezolanos no solo en ligas tops, sino ser protagonistas en esos torneos y en clubes de mayor calidad.
Mantenerse en la Major League Soccer es un logro, pero ¿sirve para pelear en la Conmebol? ¿Basta con tener a un Jefferson Savarino (no convocado por Pékerman, por cierto) en el Atlético Mineiro, uno de los grandes de Brasil? ¿Es suficiente con que Yangel Herrera esté en el Espanyol, o que Salomón Rondón vista la camiseta del Everton?
¿Nos basta con ellos para pelear por un cupo a un Mundial de mayores? Es difícil.
En la época de Richard Páez y César Farías, aunque la cantidad de jugadores en el exterior aumentó, lo más importante es que se logró un sentido de equipo, de bloque, de conjunto. Se sabía a qué jugar, más allá de que los estilos de Páez y Farías fueran distintos.

Un balón filtrado por Ricardo David Páez llegaba a los pies de Ruberth Morán o Giancarlo Maldonado, un tiro libre de Juan Arango era un gol casi seguro o una asistencia para un cabezazo de Oswaldo Vizcarrondo. Siempre aparecía el automatismo, el juego efectivo con los ojos cerrados.
Con el paso del tiempo y por distintas circunstancias se fue perdiendo, y con Rafael Dudamel se intentó recuperar, pero con piezas muy jóvenes. Temas extradeportivos torpedearon esa evolución, y así como ocurriría luego con José Peseiro y Leo González.
Ahora es el turno de José Néstor Pékerman. Clave será que la Federación Venezolana de Fútbol cumpla con los requerimientos del argentino, así como que pueda tener tiempo para trabajar su idea. El acierto estuvo en poder traerlo a finales de una eliminatoria ya perdida, como la de Qatar 2022 (acierto que pensábamos imposible, por la golpeada realidad de la FVF).
Volvemos: Pékerman no cuenta con los jugadores de Argentina y Colombia, con mucho mayor rodaje y protagonismo que los de Venezuela. Tengamos los pies sobre la tierra, humildad para reconocerlo. La labor para ir a un mundial será complicada, pero queda en el esfuerzo individual de los futbolistas criollos, en el espíritu de grupo y en el tiempo de trabajo, junto con el conocimiento del DT argentino, la posibilidad de soñar.
¿Promesas? Trabajo, trabajo y más trabajo. Los años dirán si es posible ir a una Copa del Mundo.