
Patrizia Panico es una verdadera leyenda del fútbol femenino europeo. Y una figura de culto en su país. Entre 1996 y 2014 marcó 110 goles con la Azurra en 204 partidos disputados, una cifra gigantesca tomando en cuenta que la damas juegan menos partidos de selección que sus pares masculinos. Solo dejó su país para recalar en 2010 en la poderosa liga de Estados Unidos.
Ganó 10 campeonatos italianos, cinco supercopas y fue 14 veces la mejor goleadora del país de la bota. Solo ella y seis jugadoras más están en el Salón de la Fama del Fútbol Italiano. A su retiro, fue asistente de la selección femenina sub-16, la cual se quedó dirigiendo.
Aprobó todos sus exámenes UEFA Pro para dirigir en primer nivel tanto en clubes como en selecciones.
En el año 2019, la FVF la contacta y se prepara en secreto para anunciar que una legendaria Calciatrice italiana buscará encausar todo el talento vinotinto e intentará componer un camerino dividido.
Moreno, sobre las críticas por la eliminación de Venezuela: “No nos falten el respeto”
Junto a ella, Pamela Conti viajaría a Venezuela. Esta última se haría cargo de la sub-20.
Pero, los caminos del fútbol venezolano suelen tomar rutas extrañas y digamos, a Panico le dio pánico dirigir en Venezuela. Y, como quien diría “encárgate de este muerto”, le lanzaron a Conti la responsabilidad de capitalizar en la selección absoluta de damas los logros cosechados en las categorías inferiores.
Las chamas, que exhibían dos campeonatos sudamericanos sub-17 (2013 y 2016), tres participaciones mundialistas con un cuarto lugar, un mundial sub-20 y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud, más otras conquistas menores, debían dejar de ser niñas y convertirse en mujeres, dar esas alegrías en la absoluta.
Pamela Conti y el mar de incertidumbre en Venezuela
Pero, tal como los tapabocas en la pandemia ocultaron nuestra sonrisa, detrás, había sufrimiento, división, roces. Y lo peor, abuso psicológico, físico y sexual del director técnico Kenneth Zseremeta.
Una futbolista confesó en 2020 que había sido abusada sexualmente desde los 14 años por el entrenador. En 2021, 24 jugadoras, encabezadas por Deyna Castellanos, decidieron denunciar y ventilar a la opinión pública las atrocidades sufridas por años.
¿Cómo ocurrió? El grupo se sintió por primera vez en confianza, unidad y arropadas por Conti, la DT que llegó, digamos, de carambola. Pero que para ese momento había recorrido kilómetros por el país buscando jugadoras, que no temió alzar la voz para exigir a quien quiera que estuviera al frente de la Federación comodidades para las chamas.

Y sí, hay que decirlo así, porque Pamela atravesó el mar de incertidumbre de cuatro presidencias: Laureano González, Jesús Berardinelli con su detención y fallecimiento; de nuevo Laureano y el electo Jorge Giménez.
En ese momento atribulado, pasó meses sin cobrar y pocos saben que fue a FIFA a demandar para poder percibir sus honorarios. Pero más allá de eso, apostó por quedarse en un país que no es el suyo, en un terruño que no tiene las comodidades de la Europa Central y en un fútbol que era un campo de batalla.
Quizás, esa entrega desinteresada logró primero, el respeto y luego el cariño de un grupo talentoso pero golpeado.
La unión no necesariamente hace la fuerza
Lo repitieron Deyna, Oriana Altuve… varias. No habían estado en un grupo tan unido como este. El grupo parecía darlo todo por la profe y era una piña pocas veces vista.
La Federación costeó módulos, viajes, amistosos, necesidades. Todo parecía bueno, el mundial se podía incluso oler, a pesar de que era un grupo complicado, que el pase al Mundial, Juegos Olímpicos y Panamericanos se jugaba TODO en tres semanas.

Poco importaba que Deyna estaba lesionada, que Daniuska y Guarecuco se perdían el evento… la euforia colectiva pedía Mundial o repechaje.
Pero, la realidad golpea duro: Otras selecciones también estaban muy unidas. Venezuela no fue la única que se preparó para el evento. Y quizás, como no estábamos acostumbrados a que se hiciera el acondicionamiento al evento de forma correcta, pensamos que era suficiente para ir al Mundial.
Duele, porque queda la sensación de que se pudo vencer a Argentina y que un gol agónico de Deyna, en una especie de “venezolanada inversa” ante Chile, podían torcer la historia.
Pero no. Lagrimas aparte, hay un mensaje: Hay que seguir trabajando. Con cumplir requisitos ya no es suficiente en el vecindario Conmebol que cada día se organiza más en el fútbol de damas.
Y no rendirse. Hay un tesoro capitalizado: hay un grupo unido. A partir de ahí, construir la identidad de juego (que no hubo y que en tres años de trabajo debió existir), pulir la definición (que por arte de magia desapareció en el momento más necesitado, pero que la pólvora está) y pavimentar el camino a otra intentona a la esquiva cita ecuménica.
Ya en el programa Teledeportes de Televen, Giménez ratificó a Pamela en un discurso bastante sensato. “Yo Leo comentarios por ahí que dicen: ‘Ellas se prepararon, tenían que ir al Mundial’. Mira, nosotros les dimos la preparación que cualquier selección tendría, es mi deber dar esa preparación”.

Y por qué no, dirigencia y futbolistas de Venezuela convertirse en portavoces del cambio. Deyna, ya lo dijo en Conexión Goleadora: “Es injusto que tantos cupos se decidan en tan poco tiempo”. Castellanos es una figura global y su voz tiene potencia.
Mientras en la oficina, moverse para hacerlo posible. Que cada país juegue partidos de eliminatoria en casa. Propongo, para empezar, que sea como las eliminatorias masculinas del siglo XX: Por grupos, ida y vuelta. Cada equipo tendría cuatro partidos en casa, cuatro afuera.
Aprovechando las ventanas FIFA de damas, un torneo no tan maratónico, pero que sí con cierta duración. Cuatro viajes, no más, para los que se quejan del dinero que se gasta en las mujeres.
Se me pone “la gallina de piel” pensar en un Olímpico, Metropolitano, Cachamay o Pueblo Nuevo repleto apoyando a las chamas. Que sea solo un primer paso, para, algún día, hacerla todos contra todos como sus pares masculinos. No es idea descabellada.
Es solo soñar. Soñar y actuar. Hay oportunidades de crecer y avanzar. Ya hay todo un pueblo pendiente de las chamas.