
El legendario Manuel Plasencia seguía conmovido. Eran las 11:00 am del viernes y la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos Tokio 2020 le daba el paso al inicio de las justas deportivas del día.
Es buen momento para llamarle por teléfono. En su mente, se refresca el momento en el que desfiló en el estadio Lenín, frente a 80.000 personas en 1980, con la única delegación de fútbol venezolana que ha ido a unos Juegos Olímpicos.
“Son recuerdos muy agradables, de haber participado en unos Juegos Olímpicos. Casualmente el momento que más recuerdo fue la inauguración en el Estadio de Lenín, ante 80.000 personas y el comité Central del Partido Comunista”, arranca con el potente marco.

Han pasado 41 años. La historia es conocida: Por el boicot de varios países a la URSS, se abrieron cupos para los Juegos Olímpicos. En el caso del fútbol de la zona Conmebol, Argentina y Perú, los clasificados, se adhirieron a la decisión política de Estados Unidos de boicotear los Juegos Olímpicos de Moscú. Colombia, segundo, aprovecharía su cupo y los puestos en la tabla se corrieron hasta llegar a Venezuela, que había firmado su mejor pre-olímpico hasta el momento.
“Fue sumamente impresionante, por lo imponente del estadio y porque después del desfile debíamos salir corriendo para jugar contra el anfitrión, URSS, en la misma cancha. En ese momento solo desfilamos los que no estaban convocados, con el cuerpo técnico y el resto estaba listo para el partido”, hurgó en su memoria el entrenador.
“Algunos jugadores nos llamaremos durante el día de hoy, siempre lo hacemos en cada inauguración, se ha vuelto tradición”, agrega
Libertad velada, estrellas amistosas y alianzas oscuras
“Era un peso enorme, para los dos equipos, porque los soviéticos tenían responsabilidad ante su país y todos los inconvenientes que tuvieron del boicot… Sabían que tenían todo ese peso encima, y nosotros también, debutar en unos Juegos Olímpicos de la mejor manera. Había presión, sin embargo, uno trataba de aliviar lo más posible a los jugadores. Fue importante el chiste de Carrero, la simpatía de los muchachos”, rememora.
“La gente gritaba consignas políticas y muchas cosas, era complicado el ambiente”, sigue sacando del baúl de las memorias. Ese juego quedó 4-0 para beneplácito de los locales.
¿Cómo era la vida en el día a día? “En la Villa Olímpica había demasiada seguridad, policías. Dentro de la Villa, podías pasear por cualquier parte, con solo ir a desayunar era una gran distracción, desayunar y conseguirte con atletas de renombre”, asegura.

Sin embargo, “para salir de la Villa había muchas limitaciones, había que pedir permiso y el comité te otorgaba un transporte y un traductor que no era traductor nada, sino un vigilante del partido comunista. Pudimos ir a la Plaza Roja, al sarcófago de Lenin contemplado. Al regreso, nos revisaron de forma exhaustiva, como si estuvieran esperando conseguir un arma”.
“En un desayuno coincidimos con Nadia Comadeci, la estrella olímpica mundial, la figura del momento. Luis Mendoza (asistente técnico) le preguntó que si sabía inglés y ella dijo que sí y entre los dos lo machucaron. Nos emocionó que supiera que Venezuela estaba en Sudamérica y nos regaló unos autógrafos, uno de ellos fue para el hijo de “Mendocita”, Luis Enrique. Fue un buen momento”.

Había que seguir compitiendo: “El juego con Cuba, nadie me quita que nos robaron, estaban en bloque con URSS y estaba definido que los aliados políticos tenían que clasificar, nos robaron descaradamente”. Fue un 2-1 para los insulares, con no pocas irregularidades.
“Este grupo no se rinde y ganamos el último juego, nos recuperamos siempre anímicamente. Es un grupo mentalmente muy fuerte y vencimos a Zambia”. Con goles de Freddie Ellie e Iker Zubizarreta, se doblegó a la selección africana, 2-1 y Venezuela quedó tercera.
Y que hubiese sido si…
“Lo repito una vez más, si esta generación se hubiera llevado mejor, ¿A dónde hubiesen llegado estos muchachos?. 41 años después la gente aún me llama y me escribe para hablar de esto. Fuimos y luchamos con las uñas e hicimos un papel muy digno”, sube el tono.

“41 años y nadie (de Venezuela) ha vuelto a ir, el campeonato eliminatorio es bravo, bajan los cupos a dos selecciones (en zona Conmebol) cuando debería irse ampliando. Es duro”, reflexiona.
“Sin embargo, por nostalgia, siempre veo el fútbol olímpico y le da vida a los juegos. Creo que serían un poco tristes los JJOO sin futbol. En todas las delegaciones preguntan en sus villas cuando juega su equipo para irlos a ver. Nos pasó mucho, los boxeadores, todos en la villa estaban pendiente de cuando jugábamos para irnos a ver”.
Sin duda una experiencia que le dejó marcado.