
Negar que el fútbol venezolano ha crecido es ser mezquino, es negar realidades tangibles y visibles. Yo puedo dar fe de ello porque lo que teníamos como fútbol nacional hace 20 años no era ni cosa parecida a lo que hoy hemos se tiene.
¿Acaso antes se podían ver en vivo todos los partidos del fútbol nacional en televisión abierta? ¿Acaso antes las instituciones pensaban en formar futbolistas para que esa organización pudiera costear su presupuesto partiendo de al menos la venta de un hombre formado en sus entrañas? ¿Acaso antes el fútbol venezolano tuvo tantos dolientes, seguidores y personas involucradas como en la actualidad?
Contestándose usted esa pregunta me dará la razón, pero para que el crecimiento sea real y pleno, es necesario que todos los involucrados asuman con la seriedad del caso cada compromiso y responsabilidad que tiene con el fútbol nacional. Y aquí entro en el duro caso de las deudas que los directivos y federativos sostienen con los protagonistas del espectáculo, los futbolistas, árbitros y hasta personal administrativo y operativo de numerosas instituciones.
Hasta hace un par de años, el tema de las deudas había prácticamente desaparecido del fútbol nacional. Con la situación sanitaria mundial, varios equipos adujeron que, motivado a ello, la crisis económica y financiera había visitado a sus instituciones. Convenimiento de rebajas salariales y otras medidas fueron adoptadas y el fútbol se retomó a finales de 2020.
Con el andar del torneo 2021, han surgido una serie de denuncias puntuales e individuales de jugadores que reclaman el pago de sus salarios con atrasos de hasta ocho meses. No se puede olvidar que existen también deudas contraídas desde el año pasado con personal operativo de otras instituciones. Deudas que van creciendo y que se van haciendo públicas en cadena, como pasó con Joel Infante que en una entrevista brindada a la TV luego de marcar triplete en la victoria de su equipo, se enfocó más en denunciar que le deben 4 meses de su salario, algo que opacó la gran gesta de marcar por primera vez tres goles en un mismo partido desde que juega en Primera División.
Parte de la denuncia de Joel Infante, jugador del @AtleticoVzla, sobre las deudas que mantiene el equipo con él y la plantilla. 💰🇻🇪
El club tampoco ha cancelado la deuda que mantiene con el cuerpo técnico anterior desde el año 2020. pic.twitter.com/nQFdqOq3rK
— Elias López (@eliaslopezvzla) July 23, 2021
Y así van saliendo denuncias, que han tenido como “modelo” vergonzoso a Trujillanos, equipo que deambula aún en el campeonato sostenido por sus rivales y la LigaFUTVE sin que ninguno de sus directivos, anteriores o actuales, de la cara ante una situación tan crítica, deplorable y lamentable.
Quiero parar y recordar algo: los involucrados son seres humanos que reclama un derecho laboral tan justo como lo es que le paguen el producto de su trabajo. No es nada que no se ajuste a derecho, ni ilegal, ni irrazonable: necesitan su sustento.
Por eso, ante tal situación, quiero pedir un poco de sensibilidad para quienes asumieron compromisos con sus empleados. Entender que hay familias involucradas que están padeciendo necesidades. Es sencillamente sentido común. ¿Cómo puedes ir a reunirte con tus futbolistas (los que dan la cara, porque hay otros que desaparecen) para decirles que no tienes cómo pagarles llegando en un carro blindado que rebasa los cien mil dólares? Es cuestión de sensibilidad, de entender que hay alimento, familia, salud, vida, un techo en juego.
¿Dónde está la lógica cuando aseguras que no puedes pagar pero fichas futbolistas que hasta del extranjero vienen y los vinculas en medio de la temporada? Ahí hasta el mismo futbolista es responsable porque no es solidario con aquel que está en ese equipo y le deben, además de hacerse el ciego ante la realidad, para luego en un par de meses ser uno más de lo que está reclamando impagos.
Cuando llamo a todos los involucrados a hacerse responsables de sus compromisos, incluyo a la asociación de futbolistas: parte de ese crecimiento que ha tenido nuestro fútbol es la posibilidad de la agremiación que han tenido los jugadores y sin embargo, poco se lee acerca de las acciones que ejerce la asociación por sus miembros.

Sé que cuando se suman voluntades, todo se puede lograr. Hay que reconocer el esfuerzo que hacen los mecenas que sostienen económicamente a sus equipos, por mantener a flote sus instituciones, pero la gestión debe ser proba, sensata, entendiendo que hay que arroparse hasta donde la cobija lo permita y no crear proyectos faraónicos que se despedazan con la misma fuerza con que fueron ideados.
Es un llamado a la sensatez, al respetar al individuo. Mi labor como comunicador siempre ha sido informar y analizar en este caso, el fútbol. No obstante, también es mi compromiso advertir sobre lo que no está bien, porque desde que acudí por primera vez a un estadio a ver fútbol profesional me he comprometido en aportar para crezca y advertir sobre lo que no se está haciendo bien, también es una forma de colaborar al crecimiento.
Yo no destruyo. No. Con mucho respeto siempre elevaré mi voz, con argumentos, con carácter, sin ofensas ni condenas. Tengo suficiente “lomo” para hacerlo porque desde que estaba en el liceo e invitaba a mis compañeros a acercarse al estadio a ver a Minervén que venía desde Guayana a jugar contra Marítimo, hice crecer a nuestro fútbol. Es mi compromiso y nadie podrá quitarme esas ganas de que tengamos un fútbol digno, el que nos merecemos.
Es hora que todos asumamos nuestras responsabilidades. Es ahora, no es luego.