sábado, diciembre 2, 2023
Columnas

La Revolución menguada del Periodismo Deportivo

Rotativa
General view of El Nacional newspaper main printing press in Caracas, Venezuela June 14, 2018. Picture taken June 14, 2018. REUTERS/Adriana Loureiro
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Corría el mes de septiembre de 2004. Trabajaba en la parte de prensa de la Dirección de Deportes de la UCV cuando llaman a mi supervisor, José Antonio, por teléfono. “Aquí te tengo al carajito que buscas”, le oí decir.

Por algún motivo, la vida me fue llevando al periodismo deportivo. Al periodismo de fútbol y al del fútbol de mí país. Cada paso, más específico. “Este chamo viene de entrevistar a Richard Páez”, decía, exagerando un poco una breve charla con el DT vinotinto, al cual atrapé con algo de nervio tras dar una charla en la Facultad de Administración y Ciencias Económicas.

Todavía era estudiante y era, un “freaky” seguidor del fútbol nacional. Cuando terminó la conversación, mi jefe me comenta: “Te van a llamar de un periódico nuevo que va a salir. De deportes”.

Logo Diario Líder

Se trataba del Diario Líder. Me llamaron para ser el primer pasante de fútbol en la historia de ese diario. Cuando me entrevistaron me sentí en Disney: “Aquí la prioridad va a ser el fútbol venezolano. Si hay siete páginas, cinco son para el fútbol de acá, una y media para el Real Madrid, España y la media página es de publicidad”.

No lo podía creer. Por fin un medio que priorizaría lo nuestro. Quizás los más chamos no lo entiendan: la cobertura en medios era a la inversa de hoy, mucho de afuera en fútbol, muy poco de acá.

Pensé que estaba siendo parte de una revolución. Y que ese querido fútbol local, del cual me costaba bastante conseguir información por fin sería como en otros países la prioridad.

Y así fue. Con Líder, con coberturas de calidad, esmeradas, se rompió un paradigma. El fútbol criollo tuvo su centimetraje, sus guías de temporada y todo tutelado por el diario español Marca, para alcanzar el máximo nivel. Ni el mejor fan lo había soñado así.

El hoy llamado con el acrónimo Futve también puso de su parte: buenas actuaciones en Libertadores, torneo con mejor calidad. La Vinotinto en alza y por un canal masivo y con penetración como RCTV. Y la aparición de más venezolanos en el extranjero, con Juan Arango a la cabeza. Amén, de la Copa América de 2007, en nuestro país, que se atravesaba en el horizonte.

Logo Copa América 2007

Los otros medios nacionales se vieron obligados a virar por las circunstancias. El fútbol criollo había ganado su merecido espacio. Y quienes eran chamos aficionados en ese entonces vieron normal aquello que para nuestra generación era un gran cambio, y al hacerse periodistas, mantuvieron esa jerarquización.

El cambio se instaló en el Periodismo Deportivo. Eran obligatorios los viajes de los principales medios con la selección, incluso, algunas coberturas de Libertadores. Páginas y páginas exigidas por los editores y anunciantes. Y coberturas exhaustivas, rigurosas y extensas. Ya varios años después, en Meridiano impreso, en 2011, nos tocó liderar otra revolución: torcer la última resistencia hacia nuestro balompié.

Y se logró. Recuerdo que la empresa no escatimaba esfuerzos para las coberturas. 100 dólares por día de viaje al exterior como viáticos, más hoteles y traslados pagos. Si la selección llegaba un lunes, el personal ya debía estar el domingo en el lugar para atraparlos en el aeropuerto. Y cómo ya en Líder se había sembrado una metodología de trabajo, los dos medios deportivos del país tenían una hermosa lucha encarnizada de quien cubría mejor nuestro fútbol.

Y fue genial. Porque entre los dos, en los días importantes, se sumaban hasta 20 páginas de pura información vinotinto. Con sus ópticas, sus fotos propias. Sus infografías con sus estilos. Sus propias opiniones.

Torre de la Prensa

Sí, eran buenos tiempos. Más la TV, que se metió de lleno en la selección y fútbol de su país. Y la radio, siempre infaltable, leal desde los tiempos anónimos, sumaba más y más horas de programas y transmisión.

Esta forma de cubrir el fútbol, que le hacía crecer, fomentar su conversación en todos los espacios no contaba un con enemigo que estaba ahí. No quería verlo de frente: una inevitable crisis económica. Nadie tomó previsiones. Y si se hubiesen tomado, posiblemente hoy serían insuficientes.

Como el cáncer, se fue comiendo lo mencionado de a poco. Primero los viajes internacionales, luego la reducción de la paginación por falta de papel y la puñalada final: los sueldos miserables en el Periodismo Deportivo y en general. A los canales les costó renovar sus equipos y la radio, que pudo aguantar un poco más, se vio afectada por los apagones, robos de antenas y demás vicisitudes.

Cuando me fui de Meridiano, en 2018, consideraba indigno que un periodista ganara 10 dólares al mes. Ya la desmotivación carcomía a todos. Sin viajes, sin dinero, sin papel. Y como yo, toda una generación de periodistas de impresos. Amigos de la televisión empezaron a migrar por lo insostenible de su vida económica. Y la radio fue cediendo espacios. Los anunciantes escaseaban en el Periodismo Deportivo.

Hoy, quedan cáscaras vacías en esos grandes edificios que simbolizaban jerarquía periodística. Hay una generación que está llegando a los medios, pero encuentra escombros. Aun así, tienen ganas de cubrir nuestro fútbol, el “Futve” que han acuñado los jóvenes. Se la inventan, con podcasts, páginas web, cuentas en redes sociales. Mi temor es que no logren monetizar su esfuerzo y se vean obligados a hacer otras cosas. Como me ha tocado ver a muchos.

Nota Alfredo Coronís

Lamento mucho que les haya tocado lidiar con esto. Y que tampoco, puedan compartir el día a día con quienes puedan enseñarle del oficio. No es lo mismo seguir la trayectoria de un gran periodista que escucharlo todos los días en el almuerzo, en su labor cotidiana. Ver sus mañas y aceptar sus regaños. Me tocó con Carlos Daniel Avilán, Jovan Pulgarín, Manuel De Oliveira, Alexis Correia, Francisco Blavia, Luis Vargas, Gerardo Blanco, Carlos Valmore Rodríguez, Efraín Zavarce, Ramón Navarro, Humberto Acosta… imposible no aprender.

Los medios, en una afán de sobrevivir o de ahorrar plata (en un momento de la historia se me difumina la línea que les divide) fijan un salario irrisorio que solo un estudiante con hambre de crecer y mostrarse aceptaría. Puede que lo segundo se le cumpla, lo primero, algo complicado. Prefieren llenar redacciones de noveles aspirantes, sin dirección ni coordinación. ¿Quién les orienta? No importa, que consigan clicks, hagan una cantidad de notas al día y vamos muchachos, produzcan información como si hicieran chorizos.

Vayan y peguen notas de prensa. No pierdan tiempo contrastando la información ni levantando una nueva. Hagan periodismo de periodistas: si alguno dice una noticia interesante peguen su tweet y listo. ¿Para qué esforzarse en levantar información propia? Qué va, lo importante es generar, generar. Clicks, vistas, retuits. Numeritos. Más nada. Si alguno quiere hacer una entrevista, bien, llama a quien quieras. No interesa. Con tal hagas las otras 19 notas del día, no importa.

¿Dónde aterrizan las informaciones chequeadas, reposadas del fútbol venezolano? ¿Los trabajos de largo aliento? Hoy no sabría decirles.

Y el pobre aficionado debe salir con una atarraya a las redes sociales a ver que consigue de su equipo. Y que le parezca fiable. Sintonizar con esfuerzo los programas que logran salir al aire. Hasta que el cansancio vence al amor y solo queda esperar el juego y ya. Sin lo que le decora alrededor.

Bloque de Armas

El interés se va perdiendo. Se juega cada domingo y lo que mantiene la conversación alrededor de cada club es toda esa cantidad de información que surge en la semana. Lesionados, fichajes, polémicas. Hasta la Vinotinto ha perdido eso, con un absurdo hermetismo que obliga a hablar de supuestos hasta que el partido arranca.

Es una revolución en el Periodismo Deportivo que costó mucho y que duele verla menguada. Que el trabajo se hizo, pues a los estudiantes de comunicación social que les interesa el periodismo deportivo, la mayoría apunta al fútbol. Y al nuestro. Pero, técnicamente, deben construir sus propias vitrinas para mostrarse.

Capaz ellos tienen la clave: saben leer los nuevos medios. Reitero lo de arriba: ojala puedan sustentar sus proyectos, para que no terminen en un simple recuerdo. ¿Y quiénes pueden ayudarlos? Posiblemente, los mismos dueños del circo. Si de verdad creen que este fútbol, que su equipo, es rentable y tiene impacto en la sociedad, demuestren, con sus aliados comerciales que vale la pena invertir en quienes hacen el apostolado de cubrir el fútbol criollo. Sin exigirles líneas editoriales, claro. Hagan los puentes. Ayuden a que se hable del fútbol de acá y menos del de allá. Hay suficientes cáscaras vacías para ver más regadas en el piso.

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Alfredo Coronis
Periodista y Locutor deportivo, especialista en Marketing.
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