
En el mundo siempre polémico de la tauromaquia, el aspirante a torero se “gradúa” cuando pasa de novillero a matador tomando la “alternativa” o sea, la posibilidad de alternar con todas las espadas.
En el caso que nos compete, la Vinotinto de José Peseiro, tan “alternativa” como el propio acto taurino, está a un paso de laurearse, incluso por encima de sus propias posibilidades, pues en medio de todo lo que implica una pandemia, la paciencia y determinación del entrenador portugués le han permitido estar a la altura teniendo siempre un plan ‘B’, o ‘C’ o hasta ‘D’.
A Peseiro no le ha temblado el pulso para probar jugadores y esquemas diversos con escaso tiempo de preparación y ante múltiples bajas, ya sea por la Covid-19, los viajes, las lesiones o los problemas de planificación, algo que, esperemos sea determinante en la manera cómo planificar los próximos ciclos competitivos.

Durante la reciente Copa, ya es bien sabido todo lo que Venezuela tuvo que pasar, y aún así, las estrategias han funcionado al menos para rasgar puntos y mantener las opciones hasta el último momento. Esto claro, dándole un gran mérito a la respuesta de sus pupilos; una especie de Vinotinto ‘C’ que ha respondido tan bien como podría haberlo hecho la ‘A’, y algunos dicen que casi mejor.
Lo cierto es que tanto Peseiro como estos jugadores tenían que llegar a Brasil a demostrar, a comerse el mundo y a callar bocas. ¡Y vaya si lo han hecho! Quizás no a punta de juego vistoso, pero si uno muy ajustado a las condiciones con las que llegaron al torneo: orden y coraje (o corazón, o cojones, como usted mejor prefiera llamarle).
En el cierre de la fase de grupos frente a Perú, esta Vinotinto podrá “tomar la alternativa” como los toreros y seguir ilusionándonos o podrá quizás quedarse en el camino; pero de seguro no se quedará en el olvido de quienes “tuvieron fe” por encima de las lesiones, la FVF, la Covid-19 y otros males comunes.