
Estamos a la vuelta de la esquina del comienzo de las Eliminatorias mundialistas en Suramérica. Conmebol iniciará el camino luego de diferimientos motivados por la pandemia, aunque en esta doble fecha de octubre las condiciones no estén dadas para el arranque. Concacaf ha postergado, pero Suramérica va a riesgo y las consecuencias ya son notorias.
La incertidumbre gira en torno a los partidos del jueves y viernes que marcan la primera jornada del premundial. Se conoce, por ejemplo, que a última hora David Ospina no podrá viajar a Barranquilla porque su equipo en Italia, el Napoli, ha entrado en cuarentena justo este fin de semana. Mismo caso para Venezuela que está apelando a la diplomacia (algo realmente inaudito para mis colegas que estudiaron para manejar las relaciones internacionales y hoy negocian para que un futbolista violente las normas sanitarias de un país) como último recurso para poder contar con Salomón Rondón, o la incertidumbre (o coloquialmente “la bomba”) que se dan los equipos de la MLS para decir si se puede contar o no con los jugadores que están en ese país haciendo vida profesional.
Es una completa irresponsabilidad lo que ha hecho FIFA, el único culpable que el desequilibrio, la desigualdad competitiva y las desventajas afloren en este inicio del proceso mundialista en el subcontinente. Porque el jueves 17 de septiembre en la reunión efectuada entre Conmebol y FIFA, desde la máxima institución del fútbol mundial se confirmó que habría una obligación para todos los clubes, especialmente los europeos, para prestar a los jugadores para estas dos jornadas.

Lo que no contaba FIFA era que su tan discutida y polémica “supranacionalidad” no podía sobrepasar los límites establecidos por los estados con sus protocolos sanitarios: no importa si un club se vea obligado a ceder a sus futbolistas si no pueden entrar o salir con facilidad de sus límites territoriales. La promesa se ha hecho imposible de cumplir y ahora los seleccionadores prepararán sus partidos un par de días antes, cuando tengan a su lado a los que lograron llegar al país para asistir a la convocatoria.
Sin embargo, el jueves 1 de octubre el Bureau del Consejo de la FIFA se vio obligada a recular y complicó más el panorama a una semana apenas del arranque del Premundial, comunicó que había aprobado algunas enmiendas con la finalidad de mitigar los riesgos del COVID-19 en relación a los permisos requeridos por parte de las autoridades nacionales para que los jugadores profesionales puedan viajar y cumplir con sus compromisos en selecciones nacionales.
Todo esto obedece lógicamente a que aún existen restricciones de viaje en la mayoría de los países de Suramérica y otros del continente y Europa, los cuales varían en cada país (soberanía y autodeterminación, algo que no tomó en cuenta FIFA al aprobar contra viento y marea el inicio de la Eliminatoria en octubre).
FIFA y los protocolos sanitarios
A una semana del inicio, es que informa que las reglas referentes a la liberación de jugadores a los equipos representativos de las asociaciones (selecciones nacionales), tendrán excepciones que comprometen la asistencia de un buen número de futbolistas a la convocatoria, algo que se pudo prevenir con suficiente antelación dado que el panorama de la pandemia no ha cambiado prácticamente en nada en el mundo las dos últimas semanas.
Y veremos a las selecciones jugar “con los que tengan”, más allá que las listas superen el número de 23 convocados, tomando en cuenta además que, ojalá no sea así, las pruebas que se realicen al aterrizar en el país de sus selecciones arrojen algún positivo por COVID-19.
Jugar contra viento y marea desvirtúa la competencia y compromete las aspiraciones de todos los que tienen un objetivo tan importante como lo es acudir al mundial de Catar (la meta deportiva de las clasificatorias). Si bien el espectáculo lo garantiza el fútbol, los protagonistas son los futbolistas y el trabajo de ellos y de sus cuerpos técnicos merece respeto, amén de no someter a riesgos innecesarios a todos en un entorno aún muy afectado por la pandemia.
El mundo disfruta con el talento y la magia del suramericano, pero el respeto por él no es correspondido, como también ha pasado otrora. La historia sigue siendo igual.