
En la pulseada de dos equipos muy igualados, Caracas marcó la diferencia. Otra vez.
Arropado por su público, el Rojo asestó una vez más un golpe duro a su rival por antonomasia, Deportivo Táchira. En un choque muy equilibrado y con pocos espacios para generar ocasiones, los defensores de cada bando destacaban y eran figuras. Hasta que una pelota filtrada cambió todo el panorama.

De entrada, Sanvicente fue fiel a lo suyo. Solo devolvió la titularidad a Kaki Rivero y mantuvo a Sulbarán como juvenil. En cambio, Tolisano en Táchira cambió todo, desde el esquema táctico hasta nombres. Lo más discutible, el haber dejado en el banco a los enrachados Lucas Gómez y Pérez Greco. Sacó un volante ofensivo y sumó un volante de marca (Juan Colina) para poblar el mediocampo. La jugada de ajedrez pareció darle la razón.
Fue un partido intenso, sin espacios. “Minino” Flores y “Kaki” Rivero eran las figuras. Anularon a Akinyoola y a Uribe, los laterales limitaron sus avances y controlaron a plenitud los intentos por las bandas del rival. Era un partido emocionante, sin errores.
Creo que pocos hemos apuntado el quiebre de Táchira en la lesión de Juan Colina. En un partido donde Caracas poco podía superar a Táchira en la mediacancha, donde Leo Flores y Edson Castillo estaban ahogados por el mar de piernas tachirenses en esa zona, la baja de Colina hizo que esa muralla se quebrara. Justo por ahí perdería la posición el aurinegro en el gol de Fereira y fue Velasco, quien vino del banco, el que terminó por destrozar con el penal y expulsión, lo que había planteado Táchira.

Fue el propio Fereira el que rompió todo cuando decidió lanzarse y pasar en la diagonal de Celis para desequilibrar el duelo con un golazo. Un Fereira que de lejos fue la figura del encuentro al contener a Góndola y convertirse en la principal baza ofensiva ante el control que tenía la defensa andina sobre los hombres de ataque del rojo. Una vez más, Sanvicente, experiencia pura, descifró la clave para destapar el partido.
El gol punzante entrada ya la recta final del partido impidió la reacción tachirense y con el partido abierto, otro mano a mano por el medio entre Akinyoola y Varela terminó en penal y expulsión. Curiosa la pelea entre Richard Celis y el beninense para patear el penal, que llegó hasta el mismísimo final del partido. Tuvo que aparecer “papá” Sanvicente para calmar ánimos de un africano que respiraba como un toro de la molestia por no tener la posibilidad de redondear su gol 15.
Caracas destrabó el partido, Sanvicente encontró la clave y el rojo hoy está merecidamente primero en la tabla. El rojo es el equipo que mejor juega en el país.