
Entre los diversos déficits que presentó la Selección de Venezuela dirigida por José Peseiro en esta Copa América, uno de los más resaltantes fue la gestión de las acciones a balón parado. Más allá de los hechos puntuales que se tradujeron en goles encajados para la Vinotinto desde esta vía (así estrenaron el marcador las selecciones de Brasil, Ecuador y Perú, respectivamente), el combinado nacional deja una sensación de ineficacia al defender estas situaciones, no sólo por los castigos representados en anotaciones contrarias, sino por la cantidad de llegadas claras provenientes desde la táctica fija.
En este sentido, desde la llegada de Peseiro, la Vinotinto ha optado por defender estas acciones con un marcaje predominantemente zonal. De igual forma que con las marcaciones individuales o mixtas, partir desde una disposición más vinculada al espacio que a los duelos “hombre a hombre” contiene ventajas y desventajas. Desafortunadamente para Venezuela, ciertas acciones han ejemplificado los puntos en contra de priorizar la defensa de espacios sobre el marcaje individual, en tanto las labores de comunicación, duelos aéreos y atención sobre los rivales no son óptimas en el funcionamiento colectivo.
En primera instancia, se entiende la defensa en zona como la forma de evitar remates contrarios a partir de la ocupación de espacios. Para los córners, Venezuela ha elegido esta forma de defender posicionando a los diez jugadores para cubrir las inmediaciones de la portería: rodear el área chica con seis o siete futbolistas (cuatro jugadores en la línea horizontal y uno o dos por cada línea vertical, pendientes del primer y segundo poste), dos jugadores por delante para incomodar a los cabeceadores rivales y uno o dos futbolistas cercanos al vértice del área, atentos para un posible rechace o jugada corta del rival.
Como en toda acción de pelota quieta, que el rival venza en el duelo aéreo es una preocupación. Este hecho puede transformarse en un dolor de cabeza si, además de no proteger el arco, no se atiende a las llegadas desde atrás de oponentes que no tienen una marca “asignada” desde el inicio (porque se prioriza el espacio y no la persecución individual).
En el debut ante Brasil, el primer gol es una muestra de ello. Luego del saque de esquina ejecutado por Neymar, Richarlison impacta el cobro a la altura del primer poste. La pelota va en dirección al arco, a una zona no ocupada por jugadores venezolanos, y Marquinhos aprovecha su llegada desde atrás para entrar en contacto con el balón totalmente libre. Cumana suelta una marca para intentar impedir el gol, pero no lo logra. Atraídos por la ubicación a la que llega el centro de Neymar, sumado a la intención de achicar espacios, los jugadores venezolanos desprotegen el área chica. El central brasileño, sin marca asignada, tiene la libertad para llegar al encuentro con la pelota y empujarla.
Si bien la jugada resulta más accidental, el gol de la derrota ante Perú tiene relación con la anotación de Brasil, por la misma vía del córner: al marcar en zona, uno de los objetivos de Venezuela al enfrentar el duelo aéreo es achicar hacia delante para dejar en fuera de juego a posibles rematadores que queden cerca de Faríñez. En este caso, por mala fortuna, el cobro peruano se estrella en la espalda de Junior Moreno y habilita a André Carrillo, quien queda solo en el área chica con la pelota “muerta”, esperando para ser empujada a las redes. Sin responsables de marcar al hombre, pueden aparecer hombres libres en el área.
Allí el déficit: un primer cabezazo, desvío de la pelota en el área, o hasta un pase atrás, puede echar por la borda el posicionamiento del equipo si el balón llega a un jugador libre, sin un defensor cerca que lo incomode. El oponente queda prácticamente en situación de gol. También lo sufrieron los dirigidos por Peseiro ante Colombia, en una situación clara generada a través de un pase genial de Cardona cuando la defensa achicaba para tapar al pasador, sin tomar en cuenta al rival que entraba desde atrás.
El primer gol de Ecuador, ahora partiendo desde un tiro libre, ejemplificó la misma desventaja en el marcaje: adversarios libres tras un primer cabezazo ganado por los contrarios. Al vencer en el duelo aéreo el delantero Leonardo Campana, la pelota va dirigida a un jugador inicialmente sin marca, Moisés Caicedo. El centrocampista vuelve a cabecear la pelota al área chica y aparecen dos jugadores ecuatorianos libres, con la mayoría de los jugadores vinotinto fuera de acción, sobre la zona donde se efectuó el primer cabezazo. Faríñez no logra hacerse con el balón y queda el rebote a un libre Ayrton Preciado, otra vez con la pelota merodeando el área chica.
Es la principal diferencia con la marcación individual: mientras que al atender a la zona el jugador intenta enfocarse en los espacios y en dónde pueda caer el balón en primera instancia, al ir “hombre a hombre” las responsabilidades quedan designadas de forma muy marcada. El rival es encimado hasta el final de la acción, sin movimientos de los defensores que puedan generar hombres libres en el área (al menos en la pizarra). Defender en zona demanda de un trabajo de mayor sincronización colectiva, donde la comunicación es esencial para cumplir con las premisas de despejar el peligro y desactivar a los posibles rematadores.
Los problemas al defender los tiros libres y saques de esquina se han reflejado tanto en los compromisos coperos como anteriormente en las Eliminatorias, donde también han sido notorias las complicaciones al defender centros laterales. El juego aéreo de la Selección es uno de los aspectos a corregir de cara a lo que viene. En la pizarra y en el campo, aún le resta mucho por corregir al seleccionador nacional.
Gabriel González es autor del libro Modelo Heinze: Análisis Táctico, que puedes encontrar en el siguiente link.
Saludos, tienes razón vale, pareciera que no ptracticaran el ABP y menos ven los videos recientes de las otras selecciones para evaluar movimientos y crera acciones a balón parado tanto ofensivas como defensivas , es insólito que ocurra eso a ese nivel, por lo general se combinan jugadores para ambas acciones en donde se refleja la malicia futbolística de cada jugador combinada con los otros que participan