
Eran tiempos más duros. Pies descalzos con morrales tricolor a la espalda recorrían Sudamérica en busca de oportunidades. Esos años, en los que un profesional se tenía que dar por bien servido con un sueldo de 30$ dólares al mes. Donde no había comida ni medicinas. La diáspora venezolana, se dispersó por todo el mundo, por todo el continente. Y a todas partes de América llegaron esos pies cansados.
Uruguay, país amigable y pequeño empezó a ver en sus calles cada vez más personas con gorras amarillo, azul y rojo, hablar cantado y cierto caminar que no era propio del sur del continente. Los pies desnudos también llegaron al suelo celeste.
El territorio oriental es tierra de fútbol. De campeones del planeta. Allí empezó la historia que convoca a toda la humanidad cada cuatro años: los Mundiales. Allí también, en la mezcolanza de pasiones, sobresalen dos titanes que han sabido gobernar en su momento la región: Nacional y Peñarol.

Pero también colaboran al rico ecosistema del fútbol celeste los equipos medianos y modestos. Como Montevideo Wanderers, club que existe de 1902 y que tiene un público bien delimitado.
“Wanderer” significa “vagabundo”. E históricamente, el club adopta el apodo, pero más asociado al bohemio (epíteto que también llevan con orgullo) que al menesteroso que deambula. La RAE admite ambos significados.
Los venezolanos vagaban por el mundo no precisamente por la despreocupación del errante, sino por necesidad. Sin ser menesterosos, porque muchos fueron con estudios y habilidades en la mochila, solo pidiendo oportunidad. Y capaz, ambos “wanderers” debían encontrarse.
Aunque tiene una masa social nada despreciable, Wanderers, el equipo que visita a Metropolitanos por la Copa Sudamericana, buscaba crecer. Por temas de marketing, e ingreso de recursos ideaban varias campañas. Desde 2017 buscaba formas. Por tradición, los corazones de los hinchas uruguayos están tocados e incluso, reservados antes de nacer, a una causa. La mayoría, de Nacional o Peñarol.
Era la oportunidad de tener nuevos aficionados. Tender una mano al emigrante. Y colaborar con la sociedad con una integración efectiva a través del fútbol. Se propuso un plan de marketing, para darles membresía gratuita (socio) por un año a los venezolanos e incluso, se homenajeó a esta colonia con una hermosa camiseta vinotinto, que sería el uniforme alternativo al tradicional blanquinegro. Esto en 2018.

Jorge Nin era el presidente de Montevideo Wanderers en esa época. Hoy sigue siendo parte de la directiva y conversó para Idioma Futve sobre ese momento en el que acogieron a decenas de criollos.
“El fútbol es un elemento integrador y lo vivimos en varias etapas del club. Primero, con muchos inmigrantes españoles que llegaron por la Guerra Civil y se integraron al Wanderers gracias al fútbol. Después, vino otra oleada luego de la Segunda Guerra Mundial y el fútbol es una herramienta muy válida para integrarse a la cultura del país. En ese momento, veíamos que llegaban muchos inmigrantes venezolanos y nació la idea dentro de la comisión directiva de hacerles socios de manera gratuita”, explicó Nin.
“La idea es que los fines de semana, que son los momentos de ocio, tengan una opción gratuita de esparcimiento y aparte, puedan estar cerca de los suyos. Quizás el béisbol es más popular en Venezuela, pero el fútbol y la afición por el fútbol va creciendo”, agrega.
Wanderers vinotinto
“La respuesta fue muy buena” recuerda Nin. Aunque no nos dio cifras, un reportaje de El País, fechado en 2018 recoge que de los 2300 socios que tenía el club, 130 eran venezolanos.
“Iba bastante gente a la cancha y los veíamos ahí, con su bandera y con su camiseta de selección que era vinotinto. Viendo el impacto, el club decidió, viendo la respuesta venezolana, jugar con un uniforme alternativo vinotinto los partidos de Copa Libertadores”. Esa indumentaria se estrenó en enero de 2018 contra Olimpia de Paraguay, en la fase previa.

“Teníamos la esperanza de pasar de fase y tener varios partidos con esa camiseta. Empatamos en Uruguay y perdimos en Defensores del Chaco. Pero igual la usamos en varios partidos del torneo local. Fue un éxito. Se agotó rápidamente, no solo por los hinchas de Wanderers, que les gustó el modelo innovador, también por la comunidad venezolana que la adquirió. Hubo muchos pedidos de venezolanos desde otro países”, recuerda. Quienes se quedaron con las manos vacías, solicitaron una reedición que nunca llegó. Fue un éxito.
Nin comenta que su club ofreció no solo ir a los partidos, también se les puso a disposición las instalaciones del club en la sede social, para hacer asados, fiestas, que los venezolanos asociados tuvieran un lugar para juntarse.
“Es fundamental la solidaridad de los pueblos y los clubes en momentos difíciles. Hoy por hoy trabajo con dos venezolanos y sé la historia de los que les costó salir de Venezuela. Primero en Perú, luego Chile y llegar acá, donde gracias a Dios tienen trabajo. Uruguay es un país hospitalario y Montevideo Wanderers tiene una hinchada tranquila, muy familiar y muy abierta”, agregó.
¿Y qué tal el hincha vinotinto? “Es una persona agradecida y respetuosa. Tenemos una muchacha, que es como una embajadora (Yelitza Pernía, periodista) que los recibe, que organiza y que es un enlace con el club”.

Nin dice que él y su club respetan mucho al venezolano “por ser una persona alegre y trabajadora” y asegura que los venezolanos no serán los últimos a los que Wanderers les tienda la mano: “Últimamente al Uruguay han llegado muchos peruanos, cubanos, argentinos y la idea es implementar algo parecido. Como ya dije, el fútbol es un elemento integrador”.
Al igual que Montevideo Wanderers, que su época embrionaria caminó de cancha en cancha hasta por fin tener una propia, muchos venezolanos encontraron en el Parque Viera su lugar en el mundo, luego de tanto caminar.