
Cuando me tocó trabajar como pasante de prensa (bajo la modalidad de Beca-ayudantía) en la Dirección de Deportes de la UCV, se cocinaba una idea que parecía maravillosa.
Varios exfutbolistas graduados en la Universidad Central de Venezuela, entre ellos Roberto “Roby” Cavallo, estaban diseñando un plan para que la UCV FC, el primer campeón del fútbol profesional venezolano (1957) fuera un equipo rentable, que dejara algo a la universidad y que tuviera suficiente fuerza para volver a primera división.

Estamos hablando de los primeros años de la década del 2000. Se habían hecho contactos con modelos que interesaban: UNAM (Pumas) en México o la Universidad de Chile. La idea era buena: tomar ideas de los “universitarios” del continente y el Mundo para reflotar a un campeón.
Como muchas buenas intenciones en Venezuela, no prosperó. La UCV FC, dependiente en casi toda su existencia de la Dirección de Deportes, se fue enredando en los problemas políticos que también fueron deteriorando lentamente a la misma universidad.
Su última estancia en primera división fue en la 1987-88. Con varios jóvenes talentos, que eran estudiantes y a la vez buenos profesionales (como el arquero Tony Carrasco) salían a batallar contra equipos con más dinero como Marítimo o Táchira. Sus últimos años en la élite fueron una mezcla interesante de universitarios entusiastas con algunos refuerzos de interés, como el brasileño Zica.

Pasaron 32 años para el retorno de la UCV a primera. Hoy, es el equipo más antiguo de primera división, fundado en 1950 (justo para su 70 aniversario, aunque hay antecedentes de haber jugado bajo la denominación “Club Universitario” en 1925), logró el primer campeonato profesional en 1957 de la mano del brasileño Orlando Fantoni. El tricolor le abrió el camino al fútbol rentado en este país.
Obviamente, eran otros tiempos. En 1962 estuvo cerca de repetir el campeonato, pero llegó segundo. La economía del país permitía tener una buena administración de la UCV, la cual siempre aparecía en los rankings de las mejores universidades del mundo. Y con ser un brazo deportivo de la “Casa que vence las sombras”, bastaba para tener todo para ser competitivo.
Después de la intentona de los entusiastas exfutbolistas ucevistas, la realidad de la universidad coincidió con la del país. Falta de recursos, deterioro. Ya no parecía un negocio apetecible ser un buen futbolista para tener un cupo en la Universidad. La UCV FC y su espíritu universitario parecían sucumbir.
La nueva era “ucevista”
Se cedieron los derechos a iniciativas privadas. UCV FC fue empezado a manejarse por empresarios que buscaban a través de la franquicia de la casa histórica, volver al ruedo de la primera división.
Pasaron varias manos hasta la directiva actual, que aprovechando joven talento y un formato particular por la pandemia, logró un indiscutible ascenso de la mano del ex vinotinto Pedro Acosta y la alegría de varios ucevistas, a los cuales, al ver la “U” gigante en el pecho azul y amarillo, reflotaron sentimientos universitarios.

La “U” criolla, según ese proyecto de principios de siglo, tiene un mercado importante. Son decenas de miles los graduados en la universidad más antigua del país y se pudiera tocar su sentimiento para ganar adeptos. La misma población universitaria, seducida correctamente, garantizaría una afición importante.
¡Deséalo tanto, que la vida no tenga más remedio que dártelo! 👊🏼💥#VenceremosLaSombra🌟💙❤️ pic.twitter.com/njHOihWO6u
— UCV Fútbol Club (@UCVFCOFICIAL) December 8, 2020
Lo importante de este caso, es que, en primera instancia, UCV FC permanezca en primera división y sea estable en el tiempo. Y aparte, honre su nombre manteniendo el espíritu universitario que le caracterizó en buena parte de su historia. Que sea puente para jóvenes aspirantes a entrar a la “Casa que vence las sombras” y que también dé cabida al talento universitario. Que en verdad represente a esa “U” grandota que infla el pecho de muchos.