
El fútbol es un asunto de funcionamiento. Así como en la Teoría del Caos existe el Efecto Mariposa, ese que alega que el cambio (minúsculo o no) de un sistema, cuya realidad era más o menos estática, puede generar consecuencias y variaciones completamente distintas en el futuro, en el balompié, el aleteo de una mariposa puede ser el carácter de un DT, su imagen, o lo que represente sobre sus jugadores.
Bienvenido, Salomón Rondón: triplete y victoria de Venezuela 4-1 sobre Bolivia
José Néstor Pékerman llegó a Venezuela teniendo que pensar en 2026. Con la eliminatoria a Qatar hipotecada, varias de sus figuras mermadas, en medio de sus propios caos, que se sumaban además al maremoto propio de la Federación Venezolana de Fútbol, al argentino sólo le quedaba comenzar una reconstrucción, con el conocimiento de la realidad de su materia prima, y que su camino no sería sencillo.
Se encerró en Margarita una semana. Allí en el CNAR logró, aparentemente, alivianar todas las asperezas que en tres años surgieron entre los futbolistas de la Vinotinto. Y comenzó a indagar sobre la búsqueda de algunas respuestas para darle a sus nuevos hijos, los venezolanos, algunas respuestas para encarar su ciclo.
El carril central de Pékerman
Futbolísticamente hablando, el nuevo equipo de José Pékerman se cimentó sobre cuatro pilares fundamentales: Wuilker Fariñez al arco, Tomás Rincón en la mitad de la cancha con el reconfirmado José “Brujo” Martínez, Darwin Machís, y el regreso de Salomón Rondón.
Un 4-2-3-1, muy similar a lo de su predecesor, el interino Leo González, pero con otro funcionamiento. Más posesión por el canal central, con Rómulo Otero como protagonista, y arropándose en esa reconciliación de su grupo, para comenzar a dar visos de juego ofensivo, con el fichaje de Cruz Azul lanzando balones a los costados para los móviles Yeferson Soteldo y Machís; y con Rondón de estilete, de punta de lanza.
El primer once de Venezuela en la era de José Néstor Pékerman. pic.twitter.com/htysN0vEPi
— Idioma Futve (@idiomafutve) January 28, 2022
Dos laterales salidores que también se sumaron constantemente al ataque, sobre todo Óscar González en la izquierda, y Rincón muy sobrio en la marca y la salida en el centro.
Con ese contexto, las piezas hicieron clic.
¿Las razones? Puede ser un tema de jerarquía. De llegada del mensaje. De la presencia de Rondón y Rincón al lado del nuevo DT, de la palabra del propio José, de su capacidad docente para unir a su grupo, y de la ilusión renovada de un grupo que había perdido la autoestima y la fe en sus capacidades.
Pero hay un hecho. Venezuela ganó 4-1, con juego ofensivo y mucha solidez de la mitad del campo para arriba, sin hablar de la capacidad para resolver las jugadas de pelota quieta, drama de los dos últimos años con la selección, o solidez defensiva ante una Bolivia que lo inquietó muy poco.
La contundencia de Rondón
Resistido. Vilipendiado. Con polémicas ausencias. Pero, sigue siendo el rey. A Rondón, quien con su hat trick de La Carolina llegó a 34 goles con la Vinotinto, se le atacó con vehemencia en redes sociales, y en Barinas dio una muestra de jerarquía y peso específico.
Venezuela no tiene hoy un atacante con el pedigree del caraqueño. Que juegue en la Premier League, que haga el juego sucio con los centrales rivales, y que además los inquiete con su sola presencia. Cuando estuvo en la eliminatoria, se notó la diferencia.

Fue el partido soñado para Rondón, asistido por Otero, por Óscar González y por Ronald Hernández, y para toda Venezuela. Para el propio Pékerman, quien quizás nunca se imaginó un debut así cuando estampó su firma en el contrato de la FVF.
Dicen que el aleteo de una mariposa en Barinas, puede generar un maremoto en Fiji. El efecto de Pékerman, el efecto de José, su halo y su llegada, le cambiaron la cara a un equipo que ya no mira a Qatar, y hoy se ilusiona, pero a la distancia, lejos aún, con el 2026. Queda mucho por hacer, falta mucho para ir allá… solo el tiempo dirá si el aleteo de Barinas termina en un Mundial.