
La Cenicienta se quedó sin hada madrina. Y el traje que se le confeccionó hace 20 años para que pudiera codearse en la fiesta de los más encopetados se empezó a deshilachar con los años. Por desdén y soberbia dirigencial.
El actual ranking FIFA dice que la Vinotinto ocupa la casilla 40°. Sin embargo, hoy la sensación que nos embarga es de estar a AÑOS LUZ del pelotón más aventajado del continente. Aunque en la previa de los partidos una ilusión irracional nos invade y sentimos que de pronto se reducen por arte de magia las distancias, otra vez siderales.
En algún momento Richard Páez personificó la figura de esa hada madrina de las fábulas que, con encantos en forma de retórica optimista y romanticismo envalentonado, convenció a los suyos de que podían asistir a cualquier banquete futbolístico, con o sin zapatillas de cristal.

El médico traumatólogo tatuó de lleno en la mente de sus pupilos la idea de que podían sobreponerse a lo que les marcaba su historial, mediante una inyección de moral y autoconfianza inusitada. Los vacunó contra el conformismo, mientras las “hermanastras” miraban atónitas a la Cinderella agonizante. Aquello fue conocido como el “Boom Vinotinto”. Tuvo su origen un 14 de agosto de 2001, en una victoria sin precedentes ante Uruguay en Maracaibo. Bendita tierra del Sol Amada.
La Selección Nacional estaría necesitando un “Reboot” ahora mismo. La RAE no acuña este término, propio de la tecnología y la informática, que hace alusión al reseteo. Reiniciar sería, en un español más ortodoxo. Volver a empezar, pero con lo aprendido, potenciando aquello que se logró edificar.
Arrancar de nuevo se antoja urgente para la Selección. Su estado es crítico. Casi convulso. Ergo, se avecinan más cambios. Sobre todo, en la dirección técnica por cuarta vez en dos años, cuando lo que tendría que cambiar es la manera de hacer las cosas desde los estamentos. La idiosincrasia de cada actor.
Hablando de diccionarios, la página que contiene la palabra “competir” se perdió en el Larousse que Venezuela atesora en su mesa de noche. Lo cierto es que, aunque matemáticamente todavía sea posible, no se va a ‘Catar’ Vinotinto en 2022. Otra esperanza Mundialista se esfuma. Menudo martirio de vida futbolera la nuestra.
Crónica de una debacle anunciada
El 0 de 9 puntos en esta triple fecha de Eliminatorias es solo la crónica de una debacle anunciada tras años de dirección acéfala e improvisación. Las razones del evidente retroceso deben apuntar en todas las direcciones. En todas y cada una.
En las redes se vive un linchamiento sistemático contra los jugadores cuando fallan. Los periodistas también ponemos la lupa, desmedidamente, sobre los protagonistas del balón y sus desempeños. La verdad es que muy pocos miran hacia donde tienen que mirar. La matriz, envuelta en deudas, FIFAGATE, corrupción, intervenciones, injerencias y vaivenes en los últimos tiempos.
Precisamente, un pago pendiente dejó a la Vinotinto sin timonel a 12 días de la nueva ventana FIFA. Ahora, con el mismo músculo financiero se pretende a otro DT de “jerarquía internacional”. ¿Es esa la solución mágica? ¿O es sólo un golpe de efecto? ¿Acaso Leo González no se ganó el ser considerado al menos? ¿Es tan precario el nivel de nuestros entrenadores?

Pocas cosas que reprochar a González y su CT, quienes asumieron, valientemente, en un momento que quema. Se extraen cosas rescatables como el corte propositivo del equipo y los nombres elegidos. Otras bastante mejorables, como el desorden provocado por la propia incapacidad en la salida y la asfixiante Paraguay o la subestimada componente mental.
A propósito de ello, en la rueda de prensa previa a la Albirroja, Leo González confesaba que la delegación no disponía de un psicólogo deportivo como en otrora. Y en el Defensores del Chaco, la cabeza hizo charcos. Dos goles de camerino derribaron a una Selección que no remonta un partido por Eliminatorias desde 2013. Por allá quedó nuestra competitividad en PREMUNDIALES ABSOLUTOS.
Las luces del túnel vinotinto
Se pueden ponderar varias individualidades de este nuevo naufragio continental, pero voy a sugerir dos nombres propios sobre los que construir el futuro, sea cual sea el nuevo DT. Yeferson Soteldo, el “baixinho” encarador que fue relegado al banquillo con Peseiro tantas veces. El otro, Nahuel Ferraresi, un defensor que está muy por encima del nivel colectivo de la escuadra. Al final, laterales izquierdos si había. Óscar cumple, aunque no luzca en demasía.
Quedan nueve fechas. O sea, la mitad del camino. Bien pudiera abonarse ese medio tramo, pensando más en el Mundial de 2026 que en el de 2022. Nueve partidos oficiales que pudieran tomarse como amistosos ultra competitivos y así sentar las bases de un proceso que acompañe el talento de los jugadores.

Porque sí, desde luego, tenemos talento natural, aunque no sea a borbotones. El talento necesita canales, requiere de tecnificación, de madurez y de cultura táctica. Trabajo a raudales. Me desligo de la teoría que inunda peligrosamente las tertulias y que asevera que nuestros jugadores no tienen nivel.
Algunos olvidaron que era vital regar las semillas de Corea del Sur 2017. Como tan importante es que el terreno ganado por los hijos del “Boom” si sepa ser arado. Que uno de ellos algún día florezca en el banquillo nacional puede ser una justicia poética que libere a la pobre Cenicienta, finalmente, de su condición.
Y que mientras eso ocurre, se le haga el debido partido homenaje al hijo más ilustre de aquella revolución de los años 2000. El icónico y legendario “18” de la Vinotinto, Juan Fernando Arango Saénz, quien por estas fechas septembrinas cumplió seis años desde su retiro del combinado patrio. ¡Y cuánta falta hace esa Zurda de Oro!