Han sido jornadas con nudos en la garganta. A la retirada de Rennier Rodríguez, siguió la de Evelio Hernández. También Carlos Salazar decidió anunciar su adiós al fútbol profesional en el ostracismo luego de que en Zamora tomaron la decisión de que no continuara en la plantilla. Dos futbolistas han anunciado que esta será su última campaña, su “Last Dance”: “Pulga” Gómez y Richard Blanco.
Quiero dedicarle estas líneas a Richard. Ya tiene 41 años, una edad bien avanzada en común para el fútbol, que suele darle vida a sus delanteros casi a un máximo de 38 años. Sin embargo, él rompe paradigmas y superado ya el cuarto piso, hace gala del mismo olfato goleador con el que comenzó a dejarse ver por allá en el modestísimo Estrella Roja.
Acumula ya 190 goles en su carrera. Una bicoca: 190 goles. Se dice fácil, pero para un venezolano es una proeza, un acto heroico, una hazaña. Otros futbolistas de clubes importantes a nivel continental pueden ampliar su cuenta en partidos internacionales, pero para los criollos esto es más difícil por lo poco que trascienden los clubes.
Hay algo muy raro que lo hace parecer y mucho al goleador histórico del fútbol nacional, Juan García: ambos no han tenido una pasantía sostenida en la Selección Nacional. Son atacantes de clubes, que van dejando su marca en los equipos cuyas camisetas visten. Richard no es tan trotamundos como el “Lagarto”: El Italia – Petare, Estrella Roja, Carabobo, Zamora, Mineros, Academia Puerto Cabello. O’Higgin’s en Chile y San Marino. No se ha puesto las de Caracas y Táchira, los equipos más ganadores y aún así es el atacante en activo con más goles.
La cifra redonda de los 200 está muy cerca. Lleva 190, acumula cuatro tantos en cinco fechas y su rendimiento sigue en alza. Es poco lógico que un futbolista que ha alzado la voz siempre por defender los derechos de sus colegas, haya querido seguir durante tanto tiempo en el fútbol nacional. Pero esas quejas que eleva, son las de un tipo que ama lo suyo, que tiene sentido de pertenencia, que reclama lo justo porque quiere que su fútbol crezca.
Richard ha atravesado episodios de vida que debilitarían a cualquiera. Fuera de la cancha, en casa, afrontó un golpe que a cualquiera sacaría del camino. Él decidió paliar la tristeza con dedicatoria de cada gol a ese ser amado que ya no le acompaña. El mayor motivo de salir a marcar goles es su familia y creo que esa es la vitamina que lo alimenta a querer más y más siempre y no detenerse nunca.
Ha dicho que esta será su última campaña en activo como profesional. Ya en la temporada anterior algunos colegas le despidieron en la cancha, pero hizo caso a aquellos que le recomendaron seguir. Es que para un futbolista es sumamente difícil tomar esa decisión porque significa un cambio abrupto en tu vida y él ha alargado la arruga pero a punta de goles.
Nadie espera el momento en que diga “ya no más”, porque su estado de forma y su nivel hace que nos olvidemos que tiene 41 años. Yo le digo desde aquí: haz caso a lo que te diga el corazón. A veces es mejor dar el paso al costado en el mejor momento y no cuando ya todos te olvidaron. Porque en el fútbol, amigo, de la gloria al infierno, de los flashes al ostracismo, hay una cuerda muy fina que los divide.
Pocos goleadores ofrecen un abanico de virtudes como él: letal como centroatacante, pero hace el mismo daño cayendo desde la banda. Asiste tanto como marca. Es un líder en el camerino. Lleva la voz cantante en todas las plantillas que comparte. Es un capitán en todo el sentido del término.
El fútbol le ha quedado debiendo: creo que pudo haber hecho más en la Selección, donde raramente no encajó, y en el extranjero demostró su gran nivel, pero cuando lo hizo, fue mucho más atractiva la oferta de Mineros de volver al país que continuar afuera. Esa deuda parece saldarla cuando nadie puede negar que es el mejor atacante criollo de los últimos tiempos.
¡Vaya y siga haciendo goles! Aquí estaremos contándolos uno a uno. Sigue haciendo lo que te gusta. Sigue mirando al cielo en cada tanto.
