
Valga el crédito del título a mi buen amigo y narrador Daniel Nohra.
Creo que no hay una mejor forma de calificar lo que vuelve a ocurrir con la suspensión de la doble fecha de eliminatorias mundialistas sudamericanas. Si bien el fútbol de selecciones cada vez queda más relegado al de clubes, lo que han hecho las poderosas ligas europeas demuestra que la diferencia aplastante con Sudamérica no es exclusivamente futbolística.

Quiero dejar clara mi posición: es indiscutible priorizar la salud de los futbolistas, eso no lo pongo en duda. Lo que sí creo que a todas luces sucede, es que los poderosos clubes de Europa se están aprovechando de la situación pandémica mundial para encerrarse y cada vez más, apretar e impedir que su capital, los futbolistas sudamericanos, no les hagan descapitalizarse cada vez que ellos juegan con sus selecciones.
Es lógico que ocurra porque son ellos quienes pagan sus altos salarios, protegiendo obviamente su inversión. Sin embargo, existen reglamentos establecidos por FIFA que han sido violentados una y otra vez con la excusa de la COVID-19. La pandemia mundial se ha convertido en la mejor alfombra para esconder debajo de ella las verdaderas intenciones de no ceder los futbolistas a sus selecciones.
¿Por qué la Liga de Campeones no se detiene a pesar de las restricciones fronterizas y aéreas que han vuelto a levantarse en el viejo continente? La situación, además, se agrava porque no solamente son las grandes ligas europeas las que afectan los intereses de Conmebol: créame que federaciones como Brasil o Argentina, las más afectadas con estas restricciones, ejercieron algún tipo de fuerza para que la jornada se suspendiera.

Obviamente, combinados como Venezuela, son los más perjudicados. Porque el ritmo que traía en eliminatorias esperaba esta doble fecha con ansias para seguir demostrando la mejoría en su desempeño, pero, aparte, también en una hipotética disputa de estos partidos con futbolistas que no estén en Europa, la Vinotinto igualaría competitivamente a otras selecciones que perdiendo a sus legionarios europeos, se verían debilitados.
Entonces aquí el tema es que las cosas siguen cada vez más, favoreciendo a los más poderosos. Clubes europeos, gigantes de América hacen y deshacen con Conmebol. ¿Por qué no se conocen o se hacen públicas las alternativas que podría exigir la Confederación Sudamericana de Fútbol para disputar las eliminatorias?
El mundo entero y todo lo que hace que gire, se está adaptando a la COVID-19. Un año después y con vacunación ya disponible, deberían generarse mecanismos que puedan facilitar la movilización y cuidado sanitario de los futbolistas. ¿Que no son prioritarios? ¡Cuántas ganas tenía la gente en su cuarentena de ver fútbol.
El fútbol es un espectáculo, entretiene, alegra. El plena Segunda Guerra Mundial, con el destino del mundo en juego (no sé si es tan importante como la salud de la humanidad) Franklin D. Roosevelt pidió a la MLB que el béisbol no se detuviera en plena guerra. Consideraba el juego como una distracción necesaria para los norteamericanos en un escenario de guerra mundial. Era la alegría de Estados Unidos. El fútbol es la alegría del mundo.

El apretado calendario 2021 en Conmebol comienza reprogramando. Cada vez hay menos espacios disponibles en el año para completar más adelante lo que a finales de marzo no se va a jugar, cosa que me hace poder en duda que la Copa América, ése escenario que tanto beneficiaría a Peseiro para convivir más tiempo y conocer mejor a su grupo, se vaya a disputar.
Lo que más indigna es lo servil que se muestra Conmebol en estos escenarios de poder. Los clubes de Europa definen la pauta que FIFA ejecuta. ¿No hay forma de flexibilizar o generar acuerdos que beneficien la movilización de futbolistas entre continentes?
Nada nos asegura que la pandemia sea controlada pronto, por lo tanto, hay una necesidad imperiosa de adaptarse a la realidad y tratar de reactivar la normalidad. El fútbol lo ha adelantado, pero las cuotas de poder han trastornado esa adaptabilidad para, amparado en la pandemia como excusa, impedir la circulación de los futbolistas por el mundo.

Vuelven a torcerle el brazo a Conmebol. Yo digo: se lo tuercen a los más débiles del continente. Siguen utilizando una situación sanitaria para pisotear los reglamentos y lejos de coincidir en puntos de encuentros negociados, se hace lo que ellos quieren.
Estamos ante la última eliminatoria sudamericana todos contra todos. Ése espectáculo divino que es, seguramente, no lo podremos seguir disfrutando más adelante. Cada vez se estrangula más el fútbol de selecciones, ése que nos atrajo a la mayoría a esta locura pasional llamada fútbol.
Lo que iba a cambiar se apresuró. Se apuraron los mecanismos con excusas.
Los grandes son más grandes, los chicos, más chicos. La brecha se amplía.