
Si Mérida pudiera ir al Metropolitano, seguro lo colmaría. En la hermosa Ciudad de los Caballeros, la alegría desborda por todo lo que significa por estos días su consentido, Estudiantes de Mérida.
Ganar los dos clásicos consecutivos contra Portuguesa y Táchira (¡Que venga la ULA que seguramente también le ganan!) para, con ambas victorias, trepar del tercero al segundo y luego, del segundo al primer lugar de la tabla de posiciones del Grupo Occidental, es algo que se podría contar en una fábula. Y si se le suma la solera de ambos rivales (Portuguesa viene jugando primores y aunque a Táchira no le pase igual, Táchira es Táchira), el mérito es muchísimo mayor.
Pero más allá de los resultados, es el tras cámara de todo. Un equipo que ha tenido que enfrentar la baja por lesión de, quizá, sus dos futbolistas – pilares: “Pulga” Gómez y Christian Flores, además de no contar en demasía con el aporte de los refuerzos foráneos, salvo Juan David Muriel, un viejo conocido en Mérida que retornó para aportar.

Hay picos individuales notables, como Daniel Linárez, Alejandro y Armando Araque, Ronaldo y Edson Rivas, Penilla, pero la figura indiscutible de todo es su técnico, Leonel Vielma. En su primera experiencia desde cero con un equipo de Primera (se estrenó en la máxima categoría sustituyendo a Richard Páez en Mineros y lo clasificó a Sudamericana en un ambiente financiero que avisaba crisis), nada menos que el de su tierra, el merideño ha demostrado con silencio y mucho trabajo que es capaz de asumir el reto de gran tamaño que le puso la directiva cuando lo contrató por tres años: ser campeón en el año que la institución cumple 50 años.
Si las dudas habían inundado los mentideros merideños cuando le contrataron, los fichajes frustrados de Anthonys Matos y Richard Blanco como refuerzos académicos advertían que el camino no sería de rosas. Con lo que había y con extranjeros que llegaron fuera de forma, tuvo que echar a andar el carro y el comienzo no fue alentador: tres derrotas en cinco partidos encendieron las alarmas.
La confianza brindada por la directiva a Vielma fue fundamental para que el equipo retomara el camino. Los resultados fueron llegando mientras el equipo se iba acomodando y a pesar de las bajas constantes por lesiones u otras circunstancias, el joven técnico fue solucionando hasta encontrar un sistema que funciona, sean los intérpretes que sean.

Tiene un equipo muy práctico, no vistoso, que es implacable cuando te ataca al contragolpe. Ajustó a futbolistas en posiciones no naturales: Penilla pasó de central a lateral derecho, Linárez pasó de lateral izquierdo a extremo izquierdo, Manríquez de lateral derecho a extremo derecho y usa a Ronaldo Rivas como un comodín por todo el campo que rinde sin distingos doquiera que lo pongan. Todo eso, señores, es puro técnico. Porque si las cosas salieran mal con esos “inventos”, la culpa sería de él. Pues bien: el mérito de que los resultados y el juego sean buenos, es también de él.
No quiero dejar pasar la estabilidad que se vive en Estudiantes. Con algún que otro día de retraso, pero tratando de cumplir al día y que no falte absolutamente nada para que el plantel y el cuerpo técnico tengan todas las facilidades para hacer su trabajo, gerencialmente el académico está en buenas manos. Con un gerente deportivo que realmente gerencia y toma decisiones, el buen rollo interno del funcionamiento humano es un plus para que las cosas marchen como marchen. Desde la llegada de los Toni como propietarios, Estudiantes ha reverdecido laureles. ¡Chapeau!
Queda mucho trecho para que los objetivos sean alcanzados en Estudiantes, pero no se puede ser mezquino e impedir que en Mérida celebren una actualidad desbordante. ¡Disfruten, académicos!
Q buen reporte… excelente….muy bien por el akd