Ocho convocados tiene Monagas SC en el primer módulo que realiza el seleccionador Fernando Batista con futbolistas del medio local. Apareció en su momento Yangel Herrera, luego Anthony Blondell. Ahora despierta una camada extraordinaria de imberbes que uno a uno, gota a gota, dan qué hablar. Primero Andrés “Miki” Romero, luego Edgar Carrión, después Fernando Basante, David Martínez, Leandro Rodríguez. Una inagotable savia nueva de buenos muchachos.
Lo debilitado institucionalmente que está el fútbol en Anzoátegui, Sucre y Guayana ha provocado que Monagas sea el emperador de Oriente en captación de juveniles. La vieja y mítica Escuela Mejía sirvió de manantial para nutrir las bases del gigante azulgrana que hoy ha fortalecido sus escuelas de formación de manera tal que no se les escapa ningún talento en la órbita del Este de Venezuela. Un proceso que lleva ya seis años y que está rindiendo frutos.
¡Nuestro orgullo, nuestros colores! 🇻🇪
Rúben Ramírez, Óscar González, Edson Castillo, Edanyilber Navas, Edgar Carrión, Leandro Rodríguez, David Martínez y Andrés Romero.
¡Azulgranas convocados al Módulo Vinotinto! 👏#SangreGuerrera 🔵🔴 pic.twitter.com/byRuTsUtk4
— Monagas Sport Club (@Monagas_SC) May 4, 2023
Desde que su propietario, Nicolás Fernández de Caleya, tomó las riendas en 2016, justo cuando el equipo peleaba por no descender, Monagas se transformó. Y la clave no estuvo en botar la casa por la ventana, sino mantener una misma filosofía de trabajo, con las mismas caras o ubicando a aquellas capaces de seguir la misma sintonía. En ese aspecto, uno se refiere a lo futbolístico, sí, pero nunca sin dejar de lado lo organizacional, lo institucional.
Desde entonces, los éxitos deportivos son abundantes: rápidamente llegó la estrella en 2017 luego de ser campeones del Apertura con Jhonny Ferreira en el banquillo. Clasificación a dos fases previas y dos fases de grupos Libertadores y una Copa Sudamericana, son el bagaje que ha hecho de Monagas, en seis años, un equipo referente en el contexto venezolano.
Aparte, en las oficinas, la gestión es clara: gente capacitada para cumplir su rol, sí, pero con un presidente y propietario que nunca descuida su equipo. Ha dejado de tomar opinión en muchas cuestiones públicas y se ha dedicado a gerenciar en el silencio. Sus gerentes gerencian (aunque suene estúpido, la mayoría de los gerentes de fútbol no gerencian recursos) y esa autonomía siempre supervisada hace que todo fluya. No se escuchan escándalos de impagos y el equipo trabaja con todas las comodidades necesarias de un grande del país.
Algo clave: en Monagas entendieron que el atleta que está en crecimiento necesita apoyo institucional integral en su carrera y se han creado todas las unidades de atención al futbolista que les permite seguir desarrollando su formación fuera de las canchas en la misma casa. Nada falta en Maturín para el futbolista.
La presencia constante de Jhonny Ferreira por dos períodos en el banquillo tiene mucho que ver. Justo cuando no continuó en la institución, el equipo tomó un carril que Silvio Rudman no pudo controlar. Con el técnico que le dio su primera estrella de nuevo en el banco, todo volvió a ser bueno, grande. Es el “socio” Nicolás Fernández desde el banco.
Ferreira ha entendido que Monagas también es una empresa y ha sido quien se decante por rotar sus oncenas con mucha presencia de futbolistas por los cuales el equipo pueda hacer caja. Es la filosofía de vender. Luego de meter tanto billete al equipo, su dueño ahora quiere comenzar a generar dividendos y lo está logrando. Sus jóvenes brillan y los cantos de sirena desde afuera indican que en Maturín llegó la hora de hacer caja.
Así se ha gestionado desde la oficina Monagas y así hoy es, quizá, el equipo más estable del país. Se merecen lo mejor.
